miércoles, 28 de diciembre de 2011

Gematria y numerología




La Gematria se refiere solo –y solo puede referirse- al estudio de la cábala, entendida ésta como una mística propia del judaísmo –de una religión concreta- e inseparable e indisociable de la misma.

Pretender aplicar la gematria a cualquier otro contexto resultaría un absurdo tal como aplicar el credo nicenoconstantinopolitano a una rama del budismo o del taosimo, en definitiva, sería un sinsentido.

Las dificultades de la gematria

El uso de la gematria es algo bastante complicado, bastante arriesgado –debido en parte a lo peculiar de su metodología, que da ciertas libertades auténticamente deconstructivas en un sentido derridiano, es decir, de la dissémination del término, al punto de proceder a una dissémination que no se limita a la palabra y sus significados sino a sus componentes más esenciales, letra a letra- y que, por parte de los cabalistas, se ha utilizado con gran precaución y con poca asiduidad, pese a lo cual la parte más arriesgada de la cábala es, precisamente, la gematria, debido a la tentación de emplear ésta como una mancia, cuando no está concebida para eso, sino para otra cosa: profundizar en la Torá.

La gematria, como se dijo en otra parte, funciona a la vez por deconstrucción –letra a letra- y por conexión analógica, así sí en la Torá aparecen dos términos que una vez realizado el proceso dan un valor igual –pongamos, por ejemplo, el número 42- se considera que esos dos términos están interconectados, y a partir se busca un sentido.

El proceso, desde ese punto, es de lo más interpretativo dentro de la cábala, de ahí vienen sus riesgos, de esa fase y de la combinación de la misma con la posibilidad que ofrece la gematria de alterar el orden de las letras de las palabras. Por ejemplo, el termino “ain” significa “nada” –obviamente transliterado-, en gematria sería correcto tanto usar su valor como alterar el orden de esas cuatro letras, eso último no afectará al valor numérico de la palabra –recordemos, el orden de los factores no altera el producto- pero sí puede afectar a las interpretaciones extraídas de la comparación con otro término que tuviese el mismo valor numérico que “ain”.

Un proceso interpretativo que contiene ciertos riesgos creativos

Por ello mismo resulta una práctica muy poco segura, dentro de la cábala, que debe utilizarse con extrema prudencia y no obsesionarse con lo que pueden parecer “predicciones” o cosa semejante. Eso es tanto usar mal la gemetria, la cábala y, lo más importante, la propia Torá y la “ratzón” –voluntad- humana que acaba tratando de imperar sobre el texto.

En la Torá se busca una gnosis, que se funde en forma y fondo –de ahí el carácter sagrado de las palabras y de las letras, de la textualidad del lenguaje-, pero ni se busca ni puede buscarse un oráculo, y quién lo hace se equivoca, profundamente.

La forma lo contiene todo, incluido el vacio, que se materializa en “ain” –nada- y que es lo que permite que surjan las emanaciones que son lo propio del proceso creador, que es un proceso lingüístico y semántico, como dice el Sepher Yetzirah: Con treinta y dos senderos de Sabiduría asombrosa grabó Yah, el Señor de los Ejércitos, el D_os de Israel, Elhoim vivo, El Shaddai Misericordioso, Elevado en el cielo y Exaltado, mora en la Eternidad y su nombre es Santo. Creó el mundo con tres libros, con letras, con números y con la palabra hablada.

Diez Senderos de la nada y veintidos letras de Fundamento: Tres Madres, Siete Dobles y doce Elementales.


(fragmento del Sepher Yetzirah)

Y como se repite en el Zohar:

<<Llamamos En Sof (Infinito) a lo que nadie comprenderá jamás, a aquello que no tendrá fin porque no tuvo principio>> (Zohar, II, 239a)

<<De ninguna manera debemos concluir de la sentencia "la materia fue creada por el Verbo" que éste se había manifestado antes de la Creación. Cierto es que "ha existido durante toda la eternidad", pero sólo se manifesto por primera vez cuando fue creada la materia. Antes, el misterioso En Sof (Infinito) manifestaba su omnipotencia y su inmensa bondad con la ayuda del misterioso Pensamiento, de la misma esencia que el misterioso Verbo, pero silencioso (...) la palabra es capaz de expresar todo lo material>> (Zohar, I, 16b)

Gematria y numerologia

La gematria es posible por la sencilla razón de que a cada letra hebrea le corresponde un valor, esto es así no por nada especialmente “esotérico” o “secreto” sino por algo bastante “exóterico”, en hebreo se usaban los signos de las letras como signos numéricos –exactamente igual que hacían los romanos con su alfabeto-, de ahí se deriva ese valor, andarse con mezclas extrañas entre la gematria, el taoísmo y el pitagorismo, por ejemplo, quedará muy bien y hasta puede que “vista mucho” pero no es gematria, y andar buscando aplicaciones de la gematria fuera del os textos a los que puede aplicarse es, simplemente, absurdo, aún peor: carece por completo de lógica –lo absurdo puede tenerla-.

En la aplicación de la gematria no entran conceptos extraños a la misma como, por ejemplo, el “valor vibracional” del número ¿Qué rayos es eso? Nada propio del judaísmo ni de su mística, el valor del número es, valga la redundancia, numérico, punto. No tiene otro valor que el permitir analogías en un determinado “corpus” textual –no en otro- y localizar interacciones en el mismo, nada más.

Poco importa a la gematria la fecha en la que uno ha nacido o la forma de datarla, la dirección de su vivienda o el número de serie de su frigorífico, todo eso, es caer en el más completo desatino.


Jorge Romero Gil


Bibliografía

Anónimo, Sepher Yetzirhá, versión de Aryeh Kaplan

Bar Lev, Iejiel, El canto del alma, Ediciones Obelisco, Barcelona

De León, Moshe, Zohar, Ediciones Obelisco, Barcelona, en curso de publicación desde el año 2001.

El Zohar o El libro del esplendor, selección y edición de Gershom Scholem, Berbera Editores, México


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