jueves, 29 de diciembre de 2011

El establecimiento de la dinastía Flavia: la crisis del 69 (VIII)




VIII. Organización del ejército, fronteras y limes

En el presente apartado se revisara, en síntesis, la organización del ejército romano -la legión y otras unidades-, la aparición de la idea de frontera fija -y la conceptualización estratégica que ésto implica- y del limes.

Organización del ejército romano.

El ejército romano se divide en dos tipos de tropa básicos: las legiones y los auxiliares. Las legiones están formadas por unidades de infantería pesada -reclutadas esencialmente entre los ciudadanos romanos-; por su parte, los auxiliares podían ser tropas de infantería ligera, media o caballería, eran reclutados de no ciudadanos, y se les daba la ciudadanía después de veinte años de servicio. La legión romana había sido normalizada -en relación a su organización, armamento e instrucción- durante la época de Julio César, y no cambiaron significativamente desde entonces hasta el período aquí contemplado.

El empleo de auxiliares (auxilia) de un modo regular empezó antes de la época de César, pero no se estableció ninguna organización hasta el siglo I antes de Cristo. Las tropas auxiliares se reclutaban mediante alistamiento obligatorio y se organizan en cohortes de infantería y alas de caballería, de 480 a 512 hombres (quinquenaria equitata o pedita) y de 768 a 960 hombres (miliaria equitata o pedita); la unidad de infantería básica era la cohorte, que existía en dos formas, la Cohors Pedita que contenía 480 soldados y la Cohors Equitata, que contenía 480 infantes y 120 caballos agragados. Los mayores tamaños de estas unidades tenían 960 hombres de infantería y 240 de caballería. Estas tropas se encontraban al mando de oficiales romanos del orden ecuestre (praefectis cohortis, tribunis cohortis), si bien también podían estar dirigidas por notables nativos (como, por ejemplo, el caso de los bátavos y Julio Civil; o bien las fuerzas suevas que combaten al lado de los flavianos al mando de sus reyes, etc.). En principio las fuerzas auxiliares se reclutaban dentro de un mismo grupo étnico (entre otras cosas porque, también, se buscaba una determinada especialización militar en ellos: honderos baleares, caballería númida, etc.), no obstante, para cubrit los huecos que se producían paulatinamente en estas tropas se recurría, por lo general, a reclutas de las regiones cercanas al lugar de estacionamiento de la tropa.

Los efectivos medios por cada legión oscilaban entre 5.000 y 6.000 hombres. Una legión estaba formada por 10 cohortes (entre 500 y 600 hombres por cohorte, cada cohorte se subdivide en tres manípulos y seis centurias -dos centrurias por manípulo) las cuales contenían 30 manípulos (cada manípulo tenía entre 160 y 200 hombres, y estaba formado por dos centurias) y 60 centurias (entre 80 y 100 hombres por centuria). La cohorte más antigua, sin embargo, tenía cinco centurias de 160 hombres cada una; los hombres extras eran los armeros, artesanos, ingenieros, tripulantes de catapultas, etc. Las centurias se dividían habitualmente en unidades llamadas contuburnia.

Las legiones -junto a los auxiliares que tenían adscritos- estaban subordinadas al gobernador -generalmente de orden senatorial, con excepciones como Egipto- de la provincia donde estaban estacionados sus campamentos.

Una legión no tenía originariamente un comandante -propiamente dicho- establecido, siendo asignado un miembro del Estado Mayor. Posteriormente se asignó al mando de cada legión a un legatus legionis (también senador), si bien, de hecho, un legado no necesitaba actividad militar, ya que era efectivamente aislado de la necesidad de mandar, no obstante un legado con dotes de mando y con capacidad militar podía ejercer el mando efectivo de su legión.

Dentro de la legión, el Estado Mayor -el cuerpo de oficiales-, estaba constituido por seis tribunos militares (uno senatorial y los demás del orden ecuestre), si mostraban una cierta capacidad militar podían ser puestos al mando de una o más cohortes. Esta falta de profesionalidad en los mandos superiores era compensada por la experiencia del cuerpo de centuriones, sobre los que descansaba, en realidad, la propia legión. De hecho, el oficial más importante de la legión, desde un punto de vista militar, era el Primus Pilum (primer centurión de la primera cohorte, en el momento de su licenciamiento podía ser incluido en el orden ecuestre); éste era, habitualmente, un centurión que había ascendido desde abajo, estaba a cargo del despliegue táctico de la legión y de su conducta en el combate; normalmente, el Primus Pilum tenía la última palabra en todas las materias militares y la mayoría de legados confiaban en su experiencia superior. Cada centuria estaba mandada por un centurión asistido, a su vez, por un optione.

Los demás oficiales no tenían responsabilidades de mando, éstos eran estandartes de cada cohorte, el portador del Aguila de la legión y gran número de cargos de distinto carácter organizados según rangos fijos: ordenanzas (cornicularii), correos (speculatores), escribas, intendentes, encargados de la administración, técnicos, médicos, etc., la escala más baja dentro de la legión correspondía al soldado raso (gregarius).

Cada legión tenía añadidos 128 jinetes para tareas de mensajeros y escolta, y 65 piezas de catapultas (59 lanzadores de flechas y 6 de piedras). Hacia el final del siglo I a. de C., la caballería puede haber desaparecido de la organización de la legión. La artillería se dejaba habitualmente detrás para guardar el campamento base de las legiones.

En cuanto a la caballería, la unidad principal de la misma es la Ala (alae), que podía responder a dos tamaños: la quinquenaria de unos 512 hombres y caballos y la miliaria de unos 768 hombres y caballos. Las Alas estaban divididas en secciones d3 32 hombres denominadas Turmas (turmae). Una Ala quinquenaria tenía 16 turmas y una Ala miliaria tenía 24. Cada Turma estaba al mando de un decurión.

Mención expresa merecen los cuerpos especiales de la Urbe. De éstos, el más importante lo forman los pretorianos -estacionados en la capital-, se consideran una tropa de élite inmediata a la persona del emperador, la guardia pretoriana estaba constituida -en principio- por nueve cohortes y estaba al mando de un prefecto del orden ecuestre (praefectus praetorio), en principio estas tropas estaban constituidas sólo por soldados itálicos. También existían tres cohortes urbanas (cohortes urbanae), posteriormente ampliadas a cuatro, éstas estaban al mado del praefectus Urbi y, esencialmente, cumplían funciones de policía en Roma. Igualmente, cabe añadir a las siete cohortes vigilum -al mando del praefectus vigilum- encargadas de la vigilancia nocturna de la ciudad y de funciones de bomberos.

La flota romana

En cuanto a la flota, fue obra de Augusto la creación de una flota de guerra permanete: organizó dos bases navales en Italia (que durante siglos serían los cuarteles generales de las dos mayores flotas romanas), la de Miseno (bahía de Nápoles) y la de Ravena (en la desembocadura del Po). Igualmente, en algunas provincias se estacionaron flotas permanentes, pudiéndose citar las bases de Gesoriacum (en la Bélgica), Forum Iuli (Narbonense), Trapezus (Capadocia) y Alejandría (Egipto).

La descripción y funciones de la flota imperial se puede ver, también, en el siguiente fragmento de M. De Brossard: "El cuartel general"..."estaba en Messina, protegido por un cabo cercano al norte de Nápoles. Tenía allí cincuenta unidades repartidas en trirremes y quinquerremes. El almirante enarbolaba su insignia en un gran seis.

La segunda flota estaba en Rávena. Era menos importante y estaba compuesta sólo de trirremes.

El espacio marítimo, desde Gibraltar al mar Negro, estaba dividido en sectores confiados a escuadras provinciales de patrulla y de enlace rápidos.

El conjunto constituía una fuerza de disuasión, de prestigio y de eficaz policía.

Las escuadras provinciales estaban compuestas en su mayor parte de liburnas, modelo inspirado en los barcos piratas de Iliria y modificado para un empleo militar. Este tipo de navío que era visto en todas partes, se convirtió en el símbolo de la marina romana, a la que corrientemente se llamaba <<la liburna>>.

Las tripulaciones no eran romanas. En Roma, el único servicio honorable, era el del ejército de tierra. A bordo sólo se encontraban griegos, sirios, egipcios y eslavos, que después de unos quince años de servicio, adquirían al ciudadanía romana. Los esclavos reclutados por Agrippa, contra Pompeyo y Antonio, habían sido libertos al enrolarse, pero tampoco eran ciudadanos, tal es así que, en las tripulaciones jamás hubo esclavos, pero tampoco hubo ciudadanos romanos.

Los oficiales eran griegos. Por lo tanto no es de extrañar que la marina fuese mucho tiempo considerada como extranjera. Y sólo los emperadores estaban orgullosos de ella, como si se tratase de una bella coraza dorada" (75).

Cabe mencionar también las flotillas fluviales como, por ejemplo, la flotilla fluvial del Rhin; ésta sólo contenía barcos de quilla plana y buques de patrulla ligeros, estos barcos en la marina romana no eran tripulados por esclavos, sino por marineros pagados por su trabajo y de los que se esperaba que lucharan cuando una acción de abordaje se produjese. Los barcos de transporte empleados por la flotilla del Rin eran de diseño poco profundo, de casco redondeado y similares en su forma global al barco mercante romano normal; tenían unos 21 metros de largo, 6 de ancho y un calado de 1,60 a 2 metros; incluyendo una tripulación de 20 a 25 remeros el barco podía cargar entre 40 a 50 toneladas de hombres y suministro; en la construcción de pontones estos barcos eran anclados en posición y lastrados, construyendose un malecón de madera sobre ellos (quedando el camino sobre el malecón). Los barcos de patrulla eran algo más largos que los barcos de transporte y mucho más rápidos; eran del tipo llamados Diburnia y se trataba de birremes (tenían dos bancos de remos); estos barcos tenía unos 36 metros de largo por unos 4 metros de ancho y un calado de 1 a 1,5 metros; disponían de unos 120 remeros -60 por lado y 30 en cada banco-, adicionalmente podían llevar unos pocos veleros para gobernar el barco, para recoger y desplegar la vela, etc., y un grupo de 40 o 50 infantes de marina para acciones de abordaje, etc.

En cuanto a la organización naval, ésta refleja una adaptación del modelo terrestre; la tripulación de los barcos -independientemente de su número, y excepto para barcos muy pequeños como los de transporte- se consideraba como una centuria y eran mandados por un centurión (aunque no era denominado con ese título), seis barcos formaban el equivalente de una cohorte. Por lo que se refiere al equipo, la infantería de marina estaba equipada y luchaba como auxiliares, si bien -y por motivos obvios- nunca llevaron coraza metálica -con la excepción de los cascos-.

El equipo del legionario

Por lo que se refiere al equipo del legionario, éste se encontraba ya bastante normalizado desde la época de César, no obstante hubo algunos cambios entre ésta y el período contemplado aquí.

El escudo utilizado hasta el final del siglo I a. de C. era de un tipo oval de unos 120 cm de largo por 60 cm de ancho, éste fue sustituido por el escudo rectangular semicilíndrico (asociado habitualmente con los legionarios romanos), ambos tipos de escudo aparentemente se sostenían por una única correa que se encontraba en la parte interior del escudo, los escudos estaban repujados y pintados con un diseño único para cada legión.

Los cascos estaban hechos de bronce, hierro o acero crudo y tenían, en general, la forma del cráneo con unas piezas protectoras para las mejillas y un reborde posterior para proteger la nuca. Se disponía de un tipo de hueco para colocar una ceín de caballo o un penacho de algodón coloreado con los colores de la legión (que sólo se usaban en los desfiles).

La armadura corporal cubría el torso y la espalda, mientras un delantal de correas de cuero reforzadas (tachonado) con metal protegía la ingle. Hasta cerca del año 20 d.C. la cota de malla era el material empleado para la coraza corporal (lórica hamata); posteriormente la cota metálica fue sustituyéndose gradualmente por una coraza segmentada (lórica segmentata), este tipo es la familiar variante de coraza formada con correas paralelas, dicha conversión se completó probablemente hacia el año 60 d.C. (es decir, poco antes de la guerra civil del 69).

El armamento legionario estándar, a lo largo de este período, era la combinación pilum-gladius. El pilum era una lanza arrojadiza pesada, con cabeza larga de hierro o acero y mango de madera, tenía -más o menos- 1,80 metros de largo de los cuales los primeros 120 cm. pertenecían al mango de madera, mientras los restantes pertencían a una pieza de acero cuyos últimos 2 o 3 cm. estaban convertidos en una punta y templados (el resto de la pieza de metal no se templaba). La gladius era una espada corta de unos 50 cm. diseñada especialmente para acometer (un estoque tenía una probabilidad mejor de causar daño, además requiere menos espacio que una espada larga).

Por lo que se refiere al equipo utilizado por las fuerzas auxiliares, éste se encontraba lejos de estar normalizado (prácticamente en cualquier período). A grandes rasgos se puede decir que los escudos -cuando se empleaban- podían ser de la forma o val o rectangular, hexagonales o circulares, estos últimos eran los que generalmente utilizaba la caballería, no obstante, hacia los años 60 d.C. cada unidad auxiliar tenía un único modelo de escudo (como las legiones); los cascos -cuando se utilizaban-, podían ser cualquier cosa, desde una simple envoltura del cráneo hasta el más completo de los legionarios, los materiales podían ser cuero, latón, hierro, acero crudo, bronce o -en algunos casos- dientes de jabalí atados juntos; las armas ofensivas eran inicialmente las armas nativas de los combatientes, pero posteriormente los romanos normalizaron una combinación de lanza, esapda y jabalina (pilum), ambas para infantería y caballería. Las unidades de proyectiles eran raras, siendo las más habituales los honderos; también se empleaban arqueros, aunque eran más comunes en las partes orientales del Imperio.

Las formaciones tácticas

En relación a las formaciones tácticas más habituales para el combate, éstas y sus ventajas se pueden observar en el siguiente fragmento de A. Ferrill: "Los romanos luchaban por lo regular en orden cerrado en oleadas de líneas delgadas, evitando la utilización de los llamados <<batallones pesados>> como las falanges griegas. La ventaja del sistema táctico romano estribaba en que todo el potencial disponible podía entrar en acción directa a lo largo de esta línea. No había merma alguna en la retaguardia de una profunda formación. Aún más, los soldados romanos no contaban con luchar a muerte antes de ser reemplazados por hombres de la retaguardia. Había una rotación regular de líneas de soldados. Obviamente, tal sistema demandaba buenos guerreros en todas partes. En los batallones pesados, las tropas ligeras pueden ponerse en el centro de la formación con buenas tropas en el frente y la retaguardia (el pánico casi siempre se originaba en la retaguardia). En la legión romana no había lugar para tropas débiles" (76).

Todo lo anterior muestra la organización y el tipo de ejércitos -y flotas- que se enfrentaron a lo largo de la guerra civil del 69, es evidente que el espíritu de cuerpo en estas unidades -sobre todo en las legiones- era muy fuerte y al orgullo propio de la legión y su historial se añadía el orgullo de la provincia o lugar de destino -las fuerzas de Germania presumen de lo hosco de su destino y de la dureza de la frontera, las de Italia se consideran superiores a las provinciales (más "civilizadas", más romanas), las de Siria muestran apego a su provincia, etc.-; y la suma de todos estos factores configuraron también la fisonomía del ejército romano.

Fronteras y limes.

Del reinado de Vespasiano data la aparición de la idea de una frontera fija para el Imperio y, con ella, la de la creación del limes -de una línea fronteriza fortificada-; es durante el reinado de Vespasiano, en particular, y el período Flavio en general que se ocupan los Agri Decumani (el territorio existente entre los ríos Danubio, Neckar y Rin) y se consolida el famoso limes renano. Es importante, también, la característica de "frontera fija" que adquieren las fronteras imperiales, en lo básico -con algunas excepciones, como las espectaculares anexiones de Trajano o las conquistas territoriales de Septimio Severo- la frontera del Imperio deja de ser "móvil", ya no se trata de una línea en constante -o cuando menos indefinida- expansión, sino que se trata de una frontera fija que delimita el territorio -ya consolidado- que forma parte del estado romano.

La idea de una frontera fija y de un limes fortificado, lleva también aparejada una determinada conceptualización estratégica, lo que Arther Ferrill denomina una "gran estrategia": "La gran estrategia es un concepto vago. Incluye más que lo puramente militar, implicando a menudo la política, la diplomacia, la economía y a veces la religión. La gran estrategia romana del siglo segundo se basaba en la estabilidad política -la prepotente seguridad exige la presencia de las legiones en las fronteras-" (77); fuera de la definición genérica de la idea de "gran estrategia", aquí A. Ferrill incluye la idea de "prepotente seguridad", como la base de esa "gran estrategia" en el Imperio, si bien aquí el autor se refiere al siglo II, lo cierto es que las bases de esa política -y la misma conceptualización estratégica- aparecen claramente durante la dinastía flavia, la ocupación del Agrii Decumani, la fortificación de los mismos y de la frontera renana se incluyen en esa dirección, se incluyen en la idea de crear un control territorial desde la misma línea fronteriza -lo que implica que el Estado "cuida" de todo el espacio del Imperio y que no deja "tierras de nadie"- y una defensa desde esa frontera de la totalidad del territorio, de la totalidad del espacio político-administrativo del Imperio.

En que se basaba esa "gran estrategia" de "prepotente seguridad" -cuyo rigen se encuentra en el período flavio- lo define, también A. Ferrill: "los emperadores romanos persiguieron una gran estrategia basada en la prepotente seguridad -el establecimiento de una barrera defensiva en línea a lo largo del perímetro del Imperio-. Las legiones fueron colocadas en grandes fortalezas a lo largo de las fronteras, en las que se había construido una cadena de muros de piedra enormes, ninguno más famoso que el Muro de Adriano al norte de Inglaterra. Las fronteras estáticas del Imperio eran impenetrables, o al menos a eso estaban destinadas.

Consecuentes con este sistema de fuerte defensa fronteriza, los emperadores no mantuvieron ninguna reserva central en el corazón del Imperio"...

"El sistema defensivo del Imperio Romano se basaba en una red de vías y otras líneas interiores de comunicación (ríos y el mar) tales que las tropas podían ser transportadas desde una base a lo largo de la frontera para ayudar a proteger un punto en peligro"...

"La gran estrategia romana durante el Alto Imperio Romano estuvo basada sobre todo en la superioridad táctica del ejército romano ante todos los enemigos potenciales. Hasta ese punto los famosos muros y fortalezas pueden despistarnos. El ejército, no los muros ni las fortificaciones, defendía las fronteras. Los muros y fortificaciones podían ser útiles para retroceder cuando la lucha llegaba a ser demasiado difícil o para proporcionar una forma importante de seguridad psicológica a las tropas de Roma, a la manera de los famosos campamentos de marcha, pero no podían mantener un determinado enemigo fuera del Imperio. Sólo un ejército luchando en el campo de batalla podía confiar en hacer eso" (78).

El anterior fragmento define, bastante claramente, cual era la política defensiva y la utilidad militar del limes durante el Alto Imperio; esta política defensiva -sobre todo la conceptualización del limes como apoyo estático a una defensa fronteriza móvil- comienza a materializarse en el siglo I con los Flavios -si bien ya con los Julio-Caludios aparecen elementos en esa dirección- y llega a su culminación en el siglo II con los Antoninos.

En cuanto a los Agri Decumatii, se puede decir que éstos significan la más importnate reorganización territorial de Germania durante el reinado de Vespasiano. Se trata, como ya se ha indicado anteriormente, de una zona situada a la derecha del Rhin y al sur del Main, que había permanecido durante mucho tiempo bajo una soberanía poco clara (probablemente confiada a cultivadores romanos o celtas obligados a pagar una décima de su cosecha o producción, de lo que podría derivarse el nombre de los Agri); después de la inclusión de estos territorios la frontera romana va del Rhin al Danubio e incluye las montañas del Taunus, con lo que se añade un nuevo tramo de limes al ya constituido a lo largo del propio Rhin desde el mar del Norte hasta Coblenza. En total, el viejo y el nuevo limes están defendidos (incluida la flota, con sede en Colonia) por fuerzas equivalentes al 15% de toda la plantilla del ejército romano.

El nuevo tramo defensivo del limes pasa por cuatro fases evolutivas: en época de Domiciano existe un camino militar, dominado por torres de madera; en época de Adriano se le añade una empalizada -igualmente de madera-; a mediados del siglo II las torres de madera son sustituidas por otras de piedra y a fines del mismo siglo o a inicios del III se añaden un muro de piedra y un foso.

Igualmente el recorrido sufre algunas modificaciones con el paso del tiempo. El limes que sale del Rhin algo al norte de Coblenza, cruza inmediatamente el río Lagona (Lahn), continua hacia el este incluyendo el Taunus y se desvía hacia el norte alrededor de la región de Wetterau, dirigiendose posteriormente hacia el sur -pasando algo al este de la actual Frankfurt- y sigue el curso del Main casi hasta Miltenberg. La modificación se produjo en este tramo, en la disposición inicial flavio-trajana (reforzada por Adriano con la empalizada) la zona de Miltenberg quedaba fuera, y la dirección norte-sur es casi perfecta hasta el curso del Neckar; después de Welzheim se desplaza hacia el sureste y acaba por unirse con el limes rético. A mediados del siglo II -y en correspondencia con la sustitución de torres de madera por torres de piedra- el limes germánico se desplaza más hacia oriente en unos treinta kilómetros, quedando dentro de los confines del Imperio el territorio de la misma Miltenberg, además de una importante franja al este del río Neckar; ésta sería ya la disposición definitiva del limes germánico hasta su abandono.

En cuanto a los sistemas de fortificación, se puede indicar la existencia de muros y empalizadas, castra, castella y torres. Así en Holzhausen se han identificado principia, partes de cuarteles y murallas; el castrum de Salzburg (reconstruido con fines didácticos a finales del siglo XIX) está situado en los montes Taunus, aparecen: principia, horrea, murallas con puertas y, en el exterior, instalaciones termales y una mansio o estación de correo para el cambio de caballos, todo lo cual da una idea de cual era la planimetría de una unidad defensiva. Por lo demás, los castella (castra de dimensiones menores, destinados generalmente a las tropas auxiliares) y las torres de guardia completan el panorama de fortificaciones existentes entre un tramo y otro de muro.
           
Por otro lado, además del carácter defensivo del limes, existe otro carácter igualmente notable, se trata de su papel como vía de comunicación. El limes no es solamente un límite -una frontera estática con sus fortificaciones-; las fronteras no faltan, naturalmente, pero también es un constituyente esencial del limes una calle o un sistema de calles que asegura los rápidos desplazamientos de las tropas y de las mercancias a lo largo de la frontera; característica ésta además de un aparato defensivo basado en una gran movilidad de las tropas.

Han quedado restos o signos evidentes del limes además de en Germania, en Britania (con el impresionante muro de Adriano), en Recia, en el sur de la provincia de África o en Oriente; así, el típico foso en forma de V aparece tanto en Germania como en Argelia y en otras partes del Imperio (lo que permite reconstruir buena parte del trazado del limes), naturalmente, cuando la frontera estaba constituida por grandes cursos de agua (como el Rhin o el Danubio) no existía necesidad de foso -el propio río era tanto una barrera defensiva como una vía de comunicación rápida entre ciudades, castra y castella, y aseguraba la movilidad de soldados y mercancías-.

Por todo ello, el limes debe entenderse como mucho más que una frontera o un sistema defensivo, de hecho, se trata de una estructura compleja que engloba ciudades, fortalezas y fortificaciones propiamente dichas, una serie de vías de comunicación rápidas -con un papel no sólo militar sino también comercial y, por tanto, con un papel económico, en cierta medida, relevante- y delimita, también, el territorio bajo soberanía romana efectiva, el territorio del estado romano.


Jorge Romero Gil


Bibliografía

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Notas

(75) De Brossard, Maurice, Historia marítima del mundo, vol. I, Ed. Amaika, Barcelona, 1976, pág. 132.
(76) Ferrill, Arther, La caída del Imperio Romano, Ed. Edaf, Madrid, 1989, pág. 35-36.
(77) ibidem, pág. 37.
(78) ibidem, pág. 31-34.



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