Cuando uno se aproxima a un texto lo primero es respetar el contexto del mismo, para empezar el interno del propio texto -su contenido, lo que el texto desea expresar- y para continuar el externo -el de la época del mismo y sus circunstancias-.
En el caso del Libro de Daniyyel/Daniel se citan en numerosas ocasiones unos versículos de un capítulo que pretende ser profético, en concreto Daniyyel/Daniel 9:24-27, empezaré por mostrar esos versículos según una traducción cristiana al castellano, se trata de la Biblia de Jerusalén, dicen lo que sigue:
24 Setenta semanas están fijadas sobre tu pueblo y tu ciudad santa para poner fin a la rebeldía, para sellar los pecados, para expiar la culpa, para instaurar justicia eterna, para sellar visión y profecía, para ungir el santo de los santos.
25 «Entiende y comprende: Desde el instante en que salió la orden de volver a construir Jerusalén, hasta un Príncipe Mesías, siete semanas y sesenta y dos semanas, plaza y foso serán reconstruidos, pero en la angustia de los tiempos.
26 Y después de las sesenta y dos semanas un mesías será suprimido, y no habrá para él... y destruirá la ciudad y el santuario el pueblo de un príncipe que vendrá. Su fin será en un cataclismo y, hasta el final, la guerra y los desastres decretados.
27 El concertará con muchos una firme alianza una semana; y en media semana hará cesar el sacrificio y la oblación, y en el ala del Templo estará la abominación de la desolación, hasta que la ruina decretada se derrame sobre el desolador.»
Esos son los versículos de esa profecía que, a veces, se presentan como demostraciones sobre su cumplimiento.
Pero ya se ha indicado que el contexto de un texto es importante para acercarse al mismo, y que en primer lugar debe atenderse al contexto interno del texto, en este caso se trata de un pasaje profético del Libro de Daniyyel/Daniel que... se incluye dentro de un capítulo profético, así que me parece oportuno citar la totalidad de los capítulos 8 y 9 de Daniyyel/Daniel para así, después, poder proceder a contemplar el conjunto de ese texto y lo que dice, y no quedarnos tan sólo con un fragmento aislado y... descontextualizado -lo cual suele convertir a los textos en pretextos, como hace muchos años me comentó una persona-. Esto se dice en los capítulos 8 y 9 de Danniyel/Daniel:
Daniyyel/Daniel 8
1 El año tercero del reinado del rey Baltasar, yo, Daniel, tuve una visión después de la tenida anteriormente.
2 Miré durante la visión y me veía en Susa, la plaza fuerte que está en la provincia de Elam; en la visión miré, y me encontraba en la puerta del Ulay.
3 Levanté los ojos para ver, y vi un carnero que estaba delante de la puerta. Tenía dos cuernos; los dos cuernos eran altos, pero uno más que otro y el más alto había despuntado el último.
4 Vi que el carnero acometía contra el oeste, el norte y el sur. Ninguna bestia podía resistirle, nada podía escapar a su poder. Hacía lo que le parecía y así se hizo grande.
5 Estaba yo cavilando, y he aquí que un macho cabrío vino de occidente, recorriendo la tierra entera sin tocar el suelo; este macho cabrío tenía un cuerno «magnífico» entre los ojos.
6 Vino donde el carnero de dos cuernos que yo había visto en pie delante de la puerta y corrió hacia él con todo el ardor de su fuerza.
7 Vi cómo alcanzaba al carnero, enfurecido contra él; embistió al carnero, y le rompió los dos cuernos, sin que el carnero tuviera fuerzas para resistirle; lo echó por tierra y lo pisoteó; no había nadie que librara al carnero de su mano.
8 El macho cabrío se hizo muy grande, pero cuando estaba en la plenitud de su poder, el gran cuerno se rompió y en su lugar despuntaron cuatro «magníficos» en la dirección de los cuatro vientos del cielo.
9 De uno de ellos salió un cuerno, pequeño, que creció mucho en dirección del sur, del oriente y de la Tierra del Esplendor.
10 Creció hasta el ejército del cielo, precipitó en tierra parte del ejército y de las estrellas, y las pisoteó con sus pies.
11 Llegó incluso hasta el Jefe del ejército, abolió el sacrificio perpetuo y sacudió el cimiento de su santuario
12 y al ejército; en el lugar del sacrificio puso la iniquidad y tiró por tierra la verdad; así obró y le acompañó el éxito.
13 Oí entonces a un santo que hablaba, y a otro santo que decía al que hablaba: «¿Hasta cuándo la visión: el sacrificio perpetuo, la iniquidad desoladora, el santuario y el ejército pisoteados?»
14 Le respondió: «Hasta dos mil trescientas tardes y mañanas: después será reivindicado el santuario.»
15 Mientras yo, Daniel, contemplaba esta visión y trataba de comprenderla, vi de pronto delante de mí como una apariencia de hombre,
16 y oí una voz de hombre, sobre el Ulay, que gritaba: «Gabriel, explícale a éste la visión.»
17 El se acercó al lugar donde yo estaba y, cuando llegó, me aterroricé y caí de bruces. Me dijo: «Hijo de hombre, entiende: la visión se refiere al tiempo del Fin.»
18 Mientras él me hablaba, yo me desvanecí, rostro en tierra. El me tocó y me hizo incorporarme donde estaba.
19 Luego dijo: «Mira, voy a manifestarte lo que ocurrirá al fin de la Ira, porque el Fin está fijado.
20 El carnero que has visto, sus dos cuernos, son los reyes de los medos y los persas.
21 El macho cabrío velludo es el rey de Yaván; el cuerno grande entre sus ojos, es el primer rey.
22 El cuerno roto y los cuatro cuernos que despuntaron en su lugar, son cuatro reinos salidos de su nación, pero que no tendrán su fuerza.
23 «Y al término de su reino, cuando lleguen al colmo los pecados, surgirá un rey, insolente y hábil en engaños.
24 Se hará poderosa su fuerza - mas no por su fuerza misma – tramará cosas inauditas, prosperará en sus empresas, destruirá a poderosos y al pueblo de los santos.
25 Y, por su habilidad, triunfará el engaño entre sus manos. Se exaltará en su corazón, y por sorpresa destruirá a muchos. Se alzará contra el Príncipe de los Príncipes, pero - sin que mano alguna intervenga – será quebrantado.
26 Es verdad la visión de las tardes y mañanas que se ha dicho, mas tú guarda en secreto la visión, pues habrá aún para muchos días.»
27 Yo, Daniel, desfallecí y estuve enfermo unos cuantos días. Luego me levanté para ocuparme de los asuntos del rey. Seguía perplejo por la visión, que no se podía comprender.
Daniyyel/Daniel 9
1 El año primero de Darío, hijo de Asuero, de la raza de los medos, que subió al trono del reino de Caldea,
2 el año primero de su reinado, yo, Daniel, me puse a investigar en las Escrituras sobre el número de años que, según la palabra de Yahveh dirigida al profeta Jeremías, debían pasar sobre las ruinas de Jerusalén, a saber setenta años.
3 Volví mi rostro hacia el Señor Dios para implorarle con oraciones y súplicas, en ayuno, sayal y ceniza.
4 Derramé mi oración a Yahveh mi Dios, y le hice esta confesión: «¡Ah, señor, Dios grande y temible, que guardas la Alianza y el amor a los que te aman y observan tus mandamientos.
5 Nosotros hemos pecado, hemos cometido iniquidad, hemos sido malos, no hemos rebelado y nos hemos apartado de tus mandamientos y de tus normas.
6 No hemos escuchado a tus siervos los profetas que en tu nombre hablaban a nuestros reyes, a nuestros príncipes, a nuestros padres, a todo el pueblo de la tierra.
7 A ti, Señor, la justicia, a nosotros la vergüenza en el rostro, como sucede en este día, a nosotros, a los hombres de Judá, a los habitantes de Jerusalén y a Israel entero, próximos y lejanos, en todos los países donde tú los dispersaste a causa de las infidelidades que cometieron contra ti.
8 Yahveh, a nosotros la vergüenza, a nuestros reyes, a nuestros príncipes, a nuestros padres, porque hemos pecado contra ti.
9 Al Señor Dios nuestro, la piedad y el perdón, porque nos hemos rebelado contra él,
10 y no hemos escuchado la voz de Yahveh nuestro Dios para seguir sus leyes, que él nos había dado por sus siervos los profetas.
11 Todo Israel ha transgredido tu ley, ha desertado sin querer escuchar tu voz, y sobre nosotros han caído la maldición y la imprecación escritas en la ley de Moisés, siervo de Dios, porque hemos pecado contra él.
12 Él ha cumplido las palabras que había pronunciado contra nosotros y contra los príncipes que nos gobernaban: que haría venir sobre nosotros una calamidad tan grande como no habría jamás bajo el cielo otra mayor que la que alcanzara a Jerusalén.
13 Según está escrito en la ley de Moisés, toda esta calamidad nos ha sobrevenido, pero nosotros no hemos aplacado el rostro de Yahveh nuestro Dios, convirtiéndonos de nuestras iniquidades y aprendiendo a conocer tu verdad.
14 Yahveh ha estado atento a esta calamidad, la ha descargado sobre nosotros. Porque es justo Yahveh nuestro Dios en todas las obras que ha hecho, pero nosotros no hemos escuchado su voz.
15 Y ahora, Señor Dios nuestro, que con mano fuerte sacaste a tu pueblo del país de Egipto y te granjeaste con ello un nombre que dura hasta el presente, nosotros hemos pecado, hemos sido malos.
16 Señor, por todas tus justicias, retira tu cólera y tu furor de Jerusalén, tu ciudad, monte santo tuyo; pues, a causa de nuestros pecados y de las iniquidades de nuestros padres, Jerusalén y tu pueblo son el escarnio de todos los que nos circundan.
17 Y ahora, oh Dios nuestro, escucha la oración de tu siervo y sus súplicas. Ilumine tu rostro tu santuario desolado, ¡por ti mismo, Señor!
18 Inclina, Dios mío, tu oído y escucha. Abre tus ojos y mira nuestras ruinas y la ciudad sobre la cual se invoca tu nombre. No, no nos apoyamos en nuestras obras justas para derramar ante ti nuestras súplicas, sino en tus grandes misericordias.
19 ¡Señor, escucha! ¡Señor, perdona! ¡Señor, atiende y obra! ¡No tardes más, por ti mismo, Dios mío, pues tu nombre se invoca sobre tu ciudad y sobre tu pueblo.»
20 Todavía estaba yo hablando, haciendo mi oración, confesando mis pecados y los pecados de mi pueblo Israel, y derramando mi súplica ante Yahveh mi Dios, por el santo monte de mi Dios;
21 aún estaba hablando en oración, cuando Gabriel, el personaje que yo había visto en visión al principio, vino volando donde mí a la hora de la oblación de la tarde.
22 Vino y me habló. Dijo: «Daniel, he salido ahora para ilustrar tu inteligencia.
23 Desde el comienzo de tu súplica, una palabra se emitió y yo he venido a revelártela, porque tú eres el hombre de las predilecciones. Comprende la palabra, entiende la visión:
24 Setenta semanas están fijadas sobre tu pueblo y tu ciudad santa para poner fin a la rebeldía, para sellar los pecados, para expiar la culpa, para instaurar justicia eterna, para sellar visión y profecía, para ungir el santo de los santos.
25 «Entiende y comprende: Desde el instante en que salió la orden de volver a construir Jerusalén, hasta un Príncipe Mesías, siete semanas y sesenta y dos semanas, plaza y foso serán reconstruidos, pero en la angustia de los tiempos.
26 Y después de las sesenta y dos semanas un mesías será suprimido, y no habrá para él... y destruirá la ciudad y el santuario el pueblo de un príncipe que vendrá. Su fin será en un cataclismo y, hasta el final, la guerra y los desastres decretados.
27 El concertará con muchos una firme alianza una semana; y en media semana hará cesar el sacrificio y la oblación, y en el ala del Templo estará la abominación de la desolación, hasta que la ruina decretada se derrame sobre el desolador.»
Bien, eso dice el texto en su contexto, debemos relacionar los versículos mencionados con la totalidad del capítulo 9, a su vez, para entender el capítulo 9 es preciso relacionarlo con el 8, porque...el capítulo 8 nos da ya claros indicios del contexto histórico -el externo- del texto, nos muestra dónde y cuando debe situarse la autoría del texto. De la misma manera -y en un sentido ahora interno- el capítulo 8 nos arroja luz sobre lo que teóricamente se “profetiza” en el capítulo 9.
Contexto histórico y datación
Ya adelanto que la totalidad de la profecía es... profecía “ad hoc” elaborada a “balón pasado”, es decir.. la fecha de autoría del Libro de Daniyyel/Daniel no es del siglo VI a. EC como a veces se indica sobre esa “profecía”, sino... hacia mediados del siglo II a. EC, vaya... durante el período de los Macabeos y las guerras que éstos sostuvieron con los seleucidas.
Ese contexto externo... explica la totalidad de esa supuesta “profecía” que no es, sino, otra cosa que una “retroprofecía” para legitimar o reforzar ciertos aspectos del “presente” del autor del texto -que, a despecho del título del Libro, no es el Daniyyel/Daniel llevado en cautiverio a la corte babilónica por Nabucodonosor tras su primera campaña contra el reino de Juda-, evidentemente un partidario de los Macabeos y del judaísmo tradicional frente al helenismo, dado que las guerras de los Macabeos fueron al mismo tiempo guerras civiles -entre judíos “helenizantes” y “tradicionalistas”- y guerra exterior -contra el declinante poder del reino selucida-.
El Libro de Daniyyel/Daniel fue escrito, como se ha dicho, durante la guerra de los Macabeos, pero es un libro de formación compleja -no una pieza escrita “de una tirada”- como, por otro lado, sucede con muchos libros del Tanaj -Ieshaiau /Isaías, por ejemplo-, lo que significa que posiblemente su autoría no es única -exactamente lo mismo que sucede con Ieshaiau /Isaías- sino atribuible a diversos autores -lo más probable- o a uno que utiliza diversas fuentas. En cualquier caso se trato de una obra realizada a partir de diversas fuentes, con aumento del texto, con retoques e interpolaciones -cosa observable en que no todos los elementos de la obra son propios de la época de los macabeos, aunque sí lo son la mayoría-.
Su composición comenzaría a realizarse durante la guerra de Judas Macabeo contra el rey seleucida Antioco IV (165 a. EC), pero se alarga durante el tiempo, así pueden encontrarse referencias a Alejandro Janeo, el gobernante de la estirpe de reyes-sacerdotes de los Macabeos que lleva al reino Asmoneo a su máxima extensión.
Ese es el contexto histórico externo del texto, en el cual se escribió el Libro de Daniyyel/Daniel y el cual explica la finalidad del mismo libro -claramente projudaísmo tradicionalista, vaya, promacabeo, aunque alguno de esos gobernantes puede no haberse librado de críticas por parte del autor o alguno de los autores del Libro de Daniyyel/Daniel, en concreto el recientemente mencionado Alejandro Janeo que no parece salir muy bien librado a ojos de quién redactó ese texto-.
El Libro de Daniyyel/Daniel fue escrito, como se ha dicho, durante la guerra de los Macabeos, pero es un libro de formación compleja -no una pieza escrita “de una tirada”- como, por otro lado, sucede con muchos libros del Tanaj -Ieshaiau /Isaías, por ejemplo-, lo que significa que posiblemente su autoría no es única -exactamente lo mismo que sucede con Ieshaiau /Isaías- sino atribuible a diversos autores -lo más probable- o a uno que utiliza diversas fuentas. En cualquier caso se trato de una obra realizada a partir de diversas fuentes, con aumento del texto, con retoques e interpolaciones -cosa observable en que no todos los elementos de la obra son propios de la época de los macabeos, aunque sí lo son la mayoría-.
Su composición comenzaría a realizarse durante la guerra de Judas Macabeo contra el rey seleucida Antioco IV (165 a. EC), pero se alarga durante el tiempo, así pueden encontrarse referencias a Alejandro Janeo, el gobernante de la estirpe de reyes-sacerdotes de los Macabeos que lleva al reino Asmoneo a su máxima extensión.
Ese es el contexto histórico externo del texto, en el cual se escribió el Libro de Daniyyel/Daniel y el cual explica la finalidad del mismo libro -claramente projudaísmo tradicionalista, vaya, promacabeo, aunque alguno de esos gobernantes puede no haberse librado de críticas por parte del autor o alguno de los autores del Libro de Daniyyel/Daniel, en concreto el recientemente mencionado Alejandro Janeo que no parece salir muy bien librado a ojos de quién redactó ese texto-.
Aspectos formales del texto
En cuanto a aspectos formales de la obra los veremos brevemente antes de pasar a examinar el texto citado, así, cabe decir al respecto, que se trata de un texto básicamente escrito en hebreo, aunque algunos fragmentos lo están en arameo -sección 2, 4b-7, 27-. Igualmente partes del Libro son aceptadas por algunos canones mientras que otros los consideran apócrifos, en concreto: Oración de Azarías, Historia de Susana, Bel y el Dragón y el Canto de los tres jóvenes.
La estructura interna del Libro puede dividirse en lo que sigue: los capítulos 1 al 6 ambientados en el exilio babilónico y que contienen relatos narrativos de Daniyyel/Daniel y tres compañeros en el mismo, los capítulos 7 al 12 que presentan relatos apocalípticos descritas por el autor o autores como “revelaciones” recibidas en “primera persona” por Daniyyel/Daniel, los capítulos 13 y 14 -Historia de Susana, Bel y el Dragón- que son considerados apócrifos en algunas versiones -no en la aquí citada de la Biblia de Jerusalén-.
En definitiva, nos hallamos ante una obra compleja, elaborada a partir de diversas fuentes por uno o varios autores -posiblemente lo segundo, especialmente si se acepta que comienza a escribirse durante la guerra de Judas Macabeo y atendiendo a que su elaboración se extiende, como mínimo, hasta Alejandro Janeo-, escrita en origen en dos idiomas -hebreo el inmensamente mayoritario y arameo para algunos fragmentos- y cuya traducción al griego más antigua se perdió utilizándose para ese idioma la versión de Teodición.
En definitiva, nos hallamos ante una obra compleja, elaborada a partir de diversas fuentes por uno o varios autores -posiblemente lo segundo, especialmente si se acepta que comienza a escribirse durante la guerra de Judas Macabeo y atendiendo a que su elaboración se extiende, como mínimo, hasta Alejandro Janeo-, escrita en origen en dos idiomas -hebreo el inmensamente mayoritario y arameo para algunos fragmentos- y cuya traducción al griego más antigua se perdió utilizándose para ese idioma la versión de Teodición.
Capítulos 8 y 9 de Daniyyel/Daniel
Ahora pasemos a los capítulos 8 y 9 de Daniyyel/Daniel y después a los versículos “proféticos” del capítulo 9, los que van del 24 al 27.
El capítulo 8 en su totalidad es una “retroprofecía”. Mediante su simbolismo el autor o autores del Libro de Daniyyel/Daniel nos muestra los antecedentes y el resultante del contexto histórico en el que se desenvuelve a continuación el capítulo 9.
Así, mediante las imágenes misteriosas de los carneros y machos cabrios -de dos cuernos y un sólo cuerno-, se expone el tránsito del dominio iranio -medo-persa- al hélenico -el macho cabrio de un sólo cuerno- en los territorios del Fértil Creciente y más allá de ellos. Igualmente se reproduce el fin “prematuro” de Alejandro Magno, la fragmentación de su gran Imperio y que los reinos resultantes de la misma quedan en manos de estirpes que no eran las del macedonio -en concreto las de sus generales-, en definitva, ahí el capítulo 8 se remite a la época de los diádocos.
El sector de los reinos que se asientan tras los diádocos y que les “tocó” en “suerte” a los judíos es el del reino seleucida -en el período en el que se va construyendo el Libro de Daniyyel/Daniel cada vez más centrado en Siria y... reducido progresivamente a la misma-, excepción hecha del breve dominio que sobre Judea -y a expensas de los seleucidas- ejerce el Egipto lágida.
El capítulo 8 en su totalidad es una “retroprofecía”. Mediante su simbolismo el autor o autores del Libro de Daniyyel/Daniel nos muestra los antecedentes y el resultante del contexto histórico en el que se desenvuelve a continuación el capítulo 9.
Así, mediante las imágenes misteriosas de los carneros y machos cabrios -de dos cuernos y un sólo cuerno-, se expone el tránsito del dominio iranio -medo-persa- al hélenico -el macho cabrio de un sólo cuerno- en los territorios del Fértil Creciente y más allá de ellos. Igualmente se reproduce el fin “prematuro” de Alejandro Magno, la fragmentación de su gran Imperio y que los reinos resultantes de la misma quedan en manos de estirpes que no eran las del macedonio -en concreto las de sus generales-, en definitva, ahí el capítulo 8 se remite a la época de los diádocos.
El sector de los reinos que se asientan tras los diádocos y que les “tocó” en “suerte” a los judíos es el del reino seleucida -en el período en el que se va construyendo el Libro de Daniyyel/Daniel cada vez más centrado en Siria y... reducido progresivamente a la misma-, excepción hecha del breve dominio que sobre Judea -y a expensas de los seleucidas- ejerce el Egipto lágida.
En cualquier caso el capítulo 8 de Daniyyel/Daniel se “cierra” -narrativamente- con la aparición del reino Seleucida -lo que viene a relatarse en Dn 8:9- y el desarrollo de su conflicto religioso con los judíos tradicionalistas -eso viene a describirse simbólica pero claramente en Dn 8: 10-13- y con el reinado de Antioco IV que es bajo quién se inicia el conflicto de los Macabeos -Dn 8: 23-25-. Ese es el panorama que nos presenta el capítulo 8 de Daniyyel/Daniel y que prepara el camino a las “revelaciones” del capítulo 9 y a su contenido propagándistico tradicionalista -frente a los judíos helenizantes y helenizados, recordemos que el conflicto de los Macabeos también lo es civil, véase, por ejemplo, la clásica obra de Renán “Historia del pueblo de Israel”- que se resume en la primera parte del capítulo 9 de Daniyyel/Daniel -entre los versículos 2-23, especialmente del 2 al 20, del 21 al 23 es más bien una fase de transición hacia la “revelación” del capítulo 9- como veremos a continuación.
Téngase en cuenta que la inmensa mayor parte del capítulo 9 es, como se ha dicho, un discurso propagandístico promacabeo, y que los paralelos que éste va realizando entre los versículos 2 al 20 lo son entre los judíos que “han abandonado” a su deidad -los helenistas proseleucidas- y los que se han mantenido fieles a ella en medio de las catástrofes y tribulaciones, por eso ahí Daniyyel/Daniel reclama “por los justos” aunque asume como de “todo el pueblo” los pecados de los contrarios contra la divinidad.
Téngase en cuenta que la inmensa mayor parte del capítulo 9 es, como se ha dicho, un discurso propagandístico promacabeo, y que los paralelos que éste va realizando entre los versículos 2 al 20 lo son entre los judíos que “han abandonado” a su deidad -los helenistas proseleucidas- y los que se han mantenido fieles a ella en medio de las catástrofes y tribulaciones, por eso ahí Daniyyel/Daniel reclama “por los justos” aunque asume como de “todo el pueblo” los pecados de los contrarios contra la divinidad.
También se recurre aquí a un argumento literario -una comparativa- típico del judaísmo postbabilonio: la traumática experiencia de aquel exilio -traumática en sentido nacional y psicológico, en puridad el exilio en Babilonia fue bastante dorado y el trato dado por los babilonios a los judíos de integración a su sociedad-, de la destrucción de Jerusalén por Nabucodonosor y del fin del Templo.
La influencia de esas figuras y de ese argumento se extenderá en la historia posterior del judaísmo al menos hasta que otro suceso la sacuda y traumatice aún más: la toma de Jerusalén por Tito y el fin de la primera guerra judía. Hasta entonces la evocación de la ruina de Jerusalén a manos de Nabucodonosor, el exilio, la profanación del Templo y la interrupción de los sacrificios serán constantes en la memoria judía, y se recurrirá a ellos tanto como argumento religioso como figura literaria, y aún después de los desastres de la primera y segunda guerras judías el paralelismo entre las destrucciones de Jerusalén a manos babilónicas y romanas seguirá siendo una presencia casi inevitable.
Pero volvamos al capítulo 9 de Daniel, en concreto entraremos ya en los versículos “proféticos” y “mesiánicos” citados, dejaremos clara de entrada una cosa: en efecto se trata de una profecía “mesiánica” porque hay referencia a un “mashiaj” es decir: a un ungido.
De salida dejemos claro que se trataba de una profecía cuyo cumplimiento era facilmente presumible por parte del “profeta” o “profetas” que la realizaron -los autores del Libro de Daniyyel/Daniel- pues... ya se había cumplido o se estaba cumpliendo en el momento que la realizaban, es decir, es otro caso de “retroprofecia” o, en todo caso, de “profecía de autocumplimiento”, porque la finalidad de esos capítulos -y gran parte del Libro de Daniyyel/Daniel- no es profética sino propagandística, en concreto: propaganda política promacabea y projudaísmo tradicional.
Volvamos a exponer que se dice en Daniel 9: 24-27, vuelvo a usar para la versión castellana la dada en la Biblia de Jerusalén, bien esos versículos dicen lo siguiente:
24 Setenta semanas están fijadas sobre tu pueblo y tu ciudad santa para poner fin a la rebeldía, para sellar los pecados, para expiar la culpa, para instaurar justicia eterna, para sellar visión y profecía, para ungir el santo de los santos.
25 «Entiende y comprende: Desde el instante en que salió la orden de volver a construir Jerusalén, hasta un Príncipe Mesías, siete semanas y sesenta y dos semanas, plaza y foso serán reconstruidos, pero en la angustia de los tiempos.
26 Y después de las sesenta y dos semanas un mesías será suprimido, y no habrá para él... y destruirá la ciudad y el santuario el pueblo de un príncipe que vendrá. Su fin será en un cataclismo y, hasta el final, la guerra y los desastres decretados.
27 El concertará con muchos una firme alianza una semana; y en media semana hará cesar el sacrificio y la oblación, y en el ala del Templo estará la abominación de la desolación, hasta que la ruina decretada se derrame sobre el desolador.»
Vayamos versículo a versículo de entrada a partir de ese texto.
En el versículo 24 se da un plazo a contar para la restauración de Jerusalén, bien, ese plazo vuelve por una parte al paralelismo entre la situación presente en el tiempo de los Macabeos y la “catástrofe” sufrida en tiempos de Nabucodonosor: “expiar la culpa”, “poner fin a la rebeldía”, “sellar los pecados”, “instaurar justicia eterna”, “sellar visión y profecía”, para ungir el santo de los santos”. Todo eso evoca a la vez la desgracia sufrida a manos de los babilonios -desgracia que el autor o autores del Libro de Daniyyel/Daniel atribuyen a la “rebeldía” y “pecados” de los habitantes del reino de Judá- y.. .la sufrida a manos de los seleucidas -desgracia que el autor o autores del Libro de Daniyyel/Daniel atribuyen a la “rebeldía” y “pecados” de los... judíos helenistas proseleucidas, por cierto tras tomar Jerusalén y el recinto del Templo los Macabeos... no dejaron uno con vida-. Por otra da un plazo que era fácil contar: cuando se realiza la “profecía” eso ya se había cumplido, el visionario, repito, tenía fácil el hacer la cuenta.
La influencia de esas figuras y de ese argumento se extenderá en la historia posterior del judaísmo al menos hasta que otro suceso la sacuda y traumatice aún más: la toma de Jerusalén por Tito y el fin de la primera guerra judía. Hasta entonces la evocación de la ruina de Jerusalén a manos de Nabucodonosor, el exilio, la profanación del Templo y la interrupción de los sacrificios serán constantes en la memoria judía, y se recurrirá a ellos tanto como argumento religioso como figura literaria, y aún después de los desastres de la primera y segunda guerras judías el paralelismo entre las destrucciones de Jerusalén a manos babilónicas y romanas seguirá siendo una presencia casi inevitable.
Pero volvamos al capítulo 9 de Daniel, en concreto entraremos ya en los versículos “proféticos” y “mesiánicos” citados, dejaremos clara de entrada una cosa: en efecto se trata de una profecía “mesiánica” porque hay referencia a un “mashiaj” es decir: a un ungido.
De salida dejemos claro que se trataba de una profecía cuyo cumplimiento era facilmente presumible por parte del “profeta” o “profetas” que la realizaron -los autores del Libro de Daniyyel/Daniel- pues... ya se había cumplido o se estaba cumpliendo en el momento que la realizaban, es decir, es otro caso de “retroprofecia” o, en todo caso, de “profecía de autocumplimiento”, porque la finalidad de esos capítulos -y gran parte del Libro de Daniyyel/Daniel- no es profética sino propagandística, en concreto: propaganda política promacabea y projudaísmo tradicional.
Volvamos a exponer que se dice en Daniel 9: 24-27, vuelvo a usar para la versión castellana la dada en la Biblia de Jerusalén, bien esos versículos dicen lo siguiente:
24 Setenta semanas están fijadas sobre tu pueblo y tu ciudad santa para poner fin a la rebeldía, para sellar los pecados, para expiar la culpa, para instaurar justicia eterna, para sellar visión y profecía, para ungir el santo de los santos.
25 «Entiende y comprende: Desde el instante en que salió la orden de volver a construir Jerusalén, hasta un Príncipe Mesías, siete semanas y sesenta y dos semanas, plaza y foso serán reconstruidos, pero en la angustia de los tiempos.
26 Y después de las sesenta y dos semanas un mesías será suprimido, y no habrá para él... y destruirá la ciudad y el santuario el pueblo de un príncipe que vendrá. Su fin será en un cataclismo y, hasta el final, la guerra y los desastres decretados.
27 El concertará con muchos una firme alianza una semana; y en media semana hará cesar el sacrificio y la oblación, y en el ala del Templo estará la abominación de la desolación, hasta que la ruina decretada se derrame sobre el desolador.»
Vayamos versículo a versículo de entrada a partir de ese texto.
En el versículo 24 se da un plazo a contar para la restauración de Jerusalén, bien, ese plazo vuelve por una parte al paralelismo entre la situación presente en el tiempo de los Macabeos y la “catástrofe” sufrida en tiempos de Nabucodonosor: “expiar la culpa”, “poner fin a la rebeldía”, “sellar los pecados”, “instaurar justicia eterna”, “sellar visión y profecía”, para ungir el santo de los santos”. Todo eso evoca a la vez la desgracia sufrida a manos de los babilonios -desgracia que el autor o autores del Libro de Daniyyel/Daniel atribuyen a la “rebeldía” y “pecados” de los habitantes del reino de Judá- y.. .la sufrida a manos de los seleucidas -desgracia que el autor o autores del Libro de Daniyyel/Daniel atribuyen a la “rebeldía” y “pecados” de los... judíos helenistas proseleucidas, por cierto tras tomar Jerusalén y el recinto del Templo los Macabeos... no dejaron uno con vida-. Por otra da un plazo que era fácil contar: cuando se realiza la “profecía” eso ya se había cumplido, el visionario, repito, tenía fácil el hacer la cuenta.
¿Y respecto a eso de “sellar la visión y la profecía” y “ungir el santo de los santos”? Bien, es una alusión a la restauración del Templo, nuevamente doble y nuevamente... con los “números contados” respecto a una de ellas. Se vuelve aquí a repetir el paralelismo entre la “situación babilónica” y la “seleucida”.
Vayamos paso a paso, tras conseguir de Ciro -primer rey del Imperio Aqueménida- la autorización para la reconstrucción de Jerusalén y el Templo, los judíos que volvieron del exilio babilónico reconstruyeron ambas cosas, eso significaba a la vez“sellar la visión de la profecía” -el cumplimiento de la promesa de la restauración de Jerusalén- y “ungir el de los santos” que era...el Templo, que incluía el sancta santorum -”el santo de los santos”, el máximo lugar sagrado dentro de ese recinto-, y que precisaba ser “ungido” -con aceite, con oleo- para volver a consagrarse. Todo eso ya se había cumplido... cuando se escribe la profecía, puesto que el Libro de Daniyyel/Daniel data de mediados del siglo II a.. EC y no del siglo VI a. EC, así que sacar la cuenta de eso... era bastante sencillo -como lo sería para nosotros contabilizar el tiempo transcurrido desde el fin de la Segunda Guerra Mundial hasta las elecciones generales españolas de junio de 1977-.
Pero nuevamente entre esa referencia a la vuelta del exilio babilónico, la restauración bajo los aqueménidas y la situación bajo los seleucidas y la actuación de los Macabeos vuelve a usarse el paralelismo. Así si los judíos que volvieron del exilio sellaron “la visión y la profecía” -la promesa del D_os de Israel de restaurar Jerusalén- los que toman Jerusalén a los proseleucidas... también hacen eso -cuando menos para el autor o autores promacabeos del Libro de Daniyyel/Daniel-, ya que restauran Jerusalén, la quitan de manos de los idólatras -griegos y judíos progriegos- y vuelven a “ungir” al “santo de los santos”, es decir, vuelven a consagrar el Templo una vez liberado de los enemigos del judaísmo tradicionalista.
Lo de “ungir” el Templo es literal, de hecho una de las festividades religiosas judías que aún se celebran en la actualidad evocan ese suceso: la consagración “milagrosa” del Templo. Milagrosa porque se supone que tras la “liberación” de Jerusalén los Macabeos sólo encuentran en la ciudad aceite suficiente para llenar una sola lampara del Templo para un día, sin embargo, de manera milagrosa... acaba habiendo aceite para ocho días enteros. Esa situación da lugar a dos cosas la “fiesta de las luces” -la “Hanuká” que dura, precisamente, ocho días- y el candelabro de la misma -la lámpara “hanukiyá” de ocho brazos y ocho mechas, que se van encendiendo una a una conforme van pasando los días de la fiesta-. La Hanuká se celebra a partir del 25 Kislev, lo que dadas las diferencias entre el calendario judío y el gregoriano sitúa esas festividades entre fines de Noviembre y fines de Diciembre.
Pero nuevamente entre esa referencia a la vuelta del exilio babilónico, la restauración bajo los aqueménidas y la situación bajo los seleucidas y la actuación de los Macabeos vuelve a usarse el paralelismo. Así si los judíos que volvieron del exilio sellaron “la visión y la profecía” -la promesa del D_os de Israel de restaurar Jerusalén- los que toman Jerusalén a los proseleucidas... también hacen eso -cuando menos para el autor o autores promacabeos del Libro de Daniyyel/Daniel-, ya que restauran Jerusalén, la quitan de manos de los idólatras -griegos y judíos progriegos- y vuelven a “ungir” al “santo de los santos”, es decir, vuelven a consagrar el Templo una vez liberado de los enemigos del judaísmo tradicionalista.
Lo de “ungir” el Templo es literal, de hecho una de las festividades religiosas judías que aún se celebran en la actualidad evocan ese suceso: la consagración “milagrosa” del Templo. Milagrosa porque se supone que tras la “liberación” de Jerusalén los Macabeos sólo encuentran en la ciudad aceite suficiente para llenar una sola lampara del Templo para un día, sin embargo, de manera milagrosa... acaba habiendo aceite para ocho días enteros. Esa situación da lugar a dos cosas la “fiesta de las luces” -la “Hanuká” que dura, precisamente, ocho días- y el candelabro de la misma -la lámpara “hanukiyá” de ocho brazos y ocho mechas, que se van encendiendo una a una conforme van pasando los días de la fiesta-. La Hanuká se celebra a partir del 25 Kislev, lo que dadas las diferencias entre el calendario judío y el gregoriano sitúa esas festividades entre fines de Noviembre y fines de Diciembre.
El cálculo de tiempo a partir de las "semanas"
Las setenta semanas, bueno, demos por bueno que el cálculo es para años -asociando la semana con el siete, los múltiplos de siete y el computo judío para “semanas de años”-, así tendríamos que setenta veces siete es 490 años -7 x 70 = 490-, eso sería así si...tuviésemos un sólo y único plazo de setenta semanas, pero resulta que no es así, que lo que hay es un computo separado: un plazo corto de siete “semanas” -cuarenta y nueve años- , otro largo de 62 -cuatrocientos treinta y cuatro años-, como va a quedar claro en...los dos siguientes versículos.
Quedando sólo una última y más oscura -porque ahí la “profecía” ya no se mueve tanto en la “retroprofecía” y más en la “autoprofecía”- “semana” de siete años para cerrar el computo inicial de setenta -dividida en dos plazos de 3,5 años, como se indica en el versículo 27-.
Para todo esto también puede sernos útil Flavio Josefo y sus “Antigüedades de los judíos” -en concreto el Libro XIII, capítulos 12 al 15-, porque eso...también ubica la totalidad de la profecía de esos pasajes del “Libro de Daniyyel/Daniel” en pleno período Macabeo.. .incluyendo el último período de siete años que completa el ciclo de setenta. Lo que, a su vez, confirma que la supuesta profecía es una “retroprofecía” -basada en la obviedad de conocer lo ya pasado- y una “autoprofecía” -que relata acontecimientos del “presente” referido al momento de la elaboración del texto-.
Pero, volviendo al primer período del computo, resulta que en Daniyyel/Daniel 9:25 se dice “ Desde el instante en que salió la orden de volver a construir Jerusalén, hasta un Príncipe Mesías, siete semanas y sesenta y dos semanas, plaza y foso serán reconstruidos, pero en la angustia de los tiempos”. Tenemos un primer plazo, pues, de siete semanas -esto es cuarenta y nueve años, según el computo explicado- “desde el instante que salió la orden de volver a construir Jerusalén” -es decir, la ciudad entera- y ¿cuando salió esa orden? Pues bajo Ciro de Persia, que es quién autoriza en primer lugar -Artajerjes se limita a confirmarla posteriormente-, resulta que eso nos situaría en un plazo de 49 años que serían los que median entre la destrucción del templo hacia el 586 a. EC y el momento en el que Ciro ya en su trono da la primera autorización para reconstruir Jerusalén -recordemos: “desde el instante en que salió la orden”, en ese momento comienza el computo-, esto es...el 537 a. EC, ergo: ahí tenemos la primera “retroprofecía” dentro del capítulo 9 de Daniel. Era fácil para el autor o autores del Libro de Daniyyel/Daniel realizarla, teniendo en cuenta que ya conocían ambas fechas...
“Pero en la angustía de los tiempos”, otra vez volvemos al discurso paralelo “catastrofista”, tampoco demasiados problemas para el autor o autores de Daniyyel/Daniel, en primer lugar porque aludiendo a la “retroprofecia” la reconstrucción de Jerusalén no se llevó a cabo sin problemas -véase Esdras y Nehemias, por citar meramente fuentes tanajicas o veterotestamentarias-, en segundo lugar porque pasando al “tiempo presente” de la redacción del texto el paralelismo es evidente: eran tiempos angustiosos -guerras exteriores, un monarca helenizante y los elementos tradicionalistas de sus súbditos enfrentados al mismo-. Dicho en otras palabras: nos encontramos nuevamente ante la propaganda política tradicionalista promacabea -en el sentido de “volver” a los valores representados por Judas Macabeo y sus primeros sucesores-, vestida de...”profecía”. En cuanto a “príncipes ungidos” -”ungido” es lo que significa “mashiaj”- lo eran tanto Ciro -si se quería aludir a éste- como Alejandro Janeo -si la alusión va para el segundo-. Y ahora pasamos al segundo plazo, el de las “sesenta y dos semanas”.
Que existe separación entre el plazo “corto” -siete semanas- y el “largo” -sesenta y dos semanas- se confirma en el versículo 26, recordemos que alude a “Y después de las sesenta y dos semanas” desvinculándose por completo del primer plazo de siete, sigamos haciendo cálculos a partir de eso: si desde el 537 a. EC -cuando “salió la orden de volver a construir Jerusalén”- restamos los 434 años correspondientes al segundo plazo de “sesenta y dos semanas” obtenemos el años 103 a. EC que es...el año en que el escasamente querido por el autor o autores del texto Alejandro Janeo accede al trono y es “ungido” -mashiaj- como Sumo Sacerdote y “príncipe”.
He aquí un “mesías” -”ungido”- que no es precisamente amado por parte de su pueblo, que después de ser “ungido” -y ya a posteriori del plazo de sesenta y dos semanas- será “suprimido” -efectivamente, durante un tiempo pierde el trono, como se verá más adelante- y durante ese período “no habrá para él...” gran cosa... al margen de la lucha y el exilio.
A partir de aquí la “retroprofecía” ya empieza a tocar tiempo de su presente -del correspondiente al autor o autores de esa parte del Libro de Daniyyel/Daniel-, la situación se vuelve más resbaladiza dado que la “autoprofecía” en tiempo presente ya es más insegura: se manejan datos “actuales” pero se ignora el resultado final de los mismos.
Lancemos un vistazo a la continuación del versículo 26: “y destruirá la ciudad y el santuario el pueblo de un príncipe que vendrá. Su fin será en un cataclismo y, hasta el final, la guerra y los desastres decretados”. En el “presente” del autor del texto el vaticinio no es demasiado descabellado: los oponentes de Alejandro Janeo habían recurrido ¡a los seleucidas! -el antiguo enemigo- y a Janeo lo había derrotado aplastantemente el monarca seleucida Demetrios III Eucarios en los alrededores de Siquem, huyendo a los montes el vencido príncipe judío y quedando aparentemente expedito el campo para el pueblo de un príncipe que vendrá -que de hecho ya estaba sobre el terreno- y que presumiblemente podía avanzar sobre “la ciudad y el santuario”.
Una observación, a partir de aquí, el texto no es favorable a Janeo pero en este punto el autor o autores del mismo no se muestran demasiado entusiasmados con su debacle a manos seleucidas, justo... la reacción que indica Josefo en sus “Antigüedades de los judíos” -ese cambio de opinión es, precisamente, la que permitirá a Janeo recuperar el trono-.
El versículo 26 se cierra con “Su fin será en un cataclismo y, hasta el final, la guerra y los desastres decretados”, es decir: se habla de una guerra -la que ya estaba en marcha- no en términos excesivamente positivos pero sí lo suficientemente genéricos como para no “quemarse” demasiado.
Tuviese el resultado que tuviese el conflicto no había mucho lugar para el optimismo -menos desde la perspectiva tradicionalista del autor o autores de esa parte del Libro de Daniyyel/Daniel-: si ganaba Janeo malo, si lo hacían los seleucidas peor -además, era perfectamente imaginable la revancha generalizada que éstos tomarían tras tantos años de lo que para ellos era una “rebelión” en una parte de su reino-, en cualquier caso la guerra siempre es un “cataclismo” y trae “desastres” hasta que se acaba, es decir: “hasta el final”.
Ese pasaje es lo suficientemente “oscuro” para no arriesgar demasiado y, por otro lado,...se refugia en el lenguaje “catastrofista” y apocalíptico propio -como ya se ha indicado- de la literatura judía postexilio especialmente utilizado cuando se quiere “amenazar” o “advertir” a un gobernante o dirigente, a parte del pueblo, o al conjunto del mismo.
El último período “profético” de “una semana” alude, de facto, a sucesos contemporáneos o casi al momento de redacción de la “profecía” -como sucede igualmente en el ya comentado versículo 26 desde que indica “Y después de las sesenta y dos semanas”-, entramos pues en el terreno de la “autoprofecia” realizada en tiempo presente o en recientísimo pasado, terreno más resbaladizo para el autor o autores de la misma, dado que si bien conocen lo que está pasando, aquí la fiabilidad respecto a lo que pasará en un futuro inmediato -pese a que hagan sus cálculos políticos- ya es bastante más apurada -como de hecho demostrará la evolución del gobierno de Alejandro Janeo posterior a la profecía de ese fragmento del Libro de Daniyyel/Daniel-. Por eso mismo, también, el lenguaje se “oscurece” más y las referencias son muchísimo menos claras o explícitas en la totalidad del capítulo 9 -no digamos ya en su último versículo- que en el capítulo 8, dónde pasa justo lo contrario: lo que comienza como algo “brumoso” -a partir del carnero y el macho cabrio- al final se “aclara” explicándose la “profecía” puntualmente, es lo que tiene la “retroprofecía”: es con mucho la variante más cómoda de “profecía”.
Pero refiriéndonos a lo aludido en esa “semana” -es decir, en siete años-, se trata de una referencia a... los primeros siete años del reinado de Janeo. Efectivamente, tal monarca concertará “alianzas con muchos” resultando especialmente “firme” o “provechosa” la realizada con Cleopatra III de Egipto -de hecho, le salva el trono en un momento dado... durante esa “semana” de siete años-. Alejandro Janeo, sin embargo, no consigue precisamente la estimación de su pueblo, especialmente de los elementos más tradicionalistas -justo los que habían constituido el “núcleo duro” del apoyo a los Macabeos en tiempos de la primera revuelta de Judas-, lo cual es lógico dado el estilo de vida y las tendencias helenísticas de éste monarca -continuadas, por lo demás, por la posterior dinastía herodiana, ya bajo el dominio de Roma-, así es abucheado delante del altar durante la fiesta de los Tabernáculos, justo cuando había vuelto a Jerusalén tras seis años de campañas militares, el rey no reacciona de manera especialmente comprensiva o diplomática -digamos que lo hace como un déspota oriental- y liquida a 6000 judíos, rodeando después el recinto del altar en el Templo con una empalizada, dicho en otras palabras: hace “cesar el sacrificio y la oblación, y en el ala del Templo estará la abominación de la desolación”, que, casualmente, es lo que se indica en Daniyyel/Daniel 9:27. Cómo colofon a todo esto resulta que Janeo pierde temporalmente el trono después de una derrota ante los Nabateos que provoca otra sublevación, es decir “la ruina decretada” se derrama “sobre el desolador” (Daniyyel/Daniel 9:27) y “después de las sesenta y dos semanas un mesías será suprimido” (Daniyyel/Daniel 9:26).
Evidentemente las acciones de Alejandro Janeo no eran demasiado del agrado del autor o autores del Libro de Daniyyel/Daniel en el fragmento que a él le atañe, aunque... pudo reir el último: “la ruina decretada” duró poco y “el desolador” recobró el trono reinando hasta el 76 a. EC. Es lo que tienen las “autoprofecías” realizadas en tiempo presente...pueden fallar mucho más que las profecías realizadas a tiempo pasado.
Todo lo cual nos situaría la redacción de ese pasaje concreto del Libro de Daniyyel/Daniel en una cronología alrededor del 88-87 a. EC, es decir: posterior a la perdida del trono por Janeo y anterior a su recuperación.
Para todo esto también puede sernos útil Flavio Josefo y sus “Antigüedades de los judíos” -en concreto el Libro XIII, capítulos 12 al 15-, porque eso...también ubica la totalidad de la profecía de esos pasajes del “Libro de Daniyyel/Daniel” en pleno período Macabeo.. .incluyendo el último período de siete años que completa el ciclo de setenta. Lo que, a su vez, confirma que la supuesta profecía es una “retroprofecía” -basada en la obviedad de conocer lo ya pasado- y una “autoprofecía” -que relata acontecimientos del “presente” referido al momento de la elaboración del texto-.
Pero, volviendo al primer período del computo, resulta que en Daniyyel/Daniel 9:25 se dice “ Desde el instante en que salió la orden de volver a construir Jerusalén, hasta un Príncipe Mesías, siete semanas y sesenta y dos semanas, plaza y foso serán reconstruidos, pero en la angustia de los tiempos”. Tenemos un primer plazo, pues, de siete semanas -esto es cuarenta y nueve años, según el computo explicado- “desde el instante que salió la orden de volver a construir Jerusalén” -es decir, la ciudad entera- y ¿cuando salió esa orden? Pues bajo Ciro de Persia, que es quién autoriza en primer lugar -Artajerjes se limita a confirmarla posteriormente-, resulta que eso nos situaría en un plazo de 49 años que serían los que median entre la destrucción del templo hacia el 586 a. EC y el momento en el que Ciro ya en su trono da la primera autorización para reconstruir Jerusalén -recordemos: “desde el instante en que salió la orden”, en ese momento comienza el computo-, esto es...el 537 a. EC, ergo: ahí tenemos la primera “retroprofecía” dentro del capítulo 9 de Daniel. Era fácil para el autor o autores del Libro de Daniyyel/Daniel realizarla, teniendo en cuenta que ya conocían ambas fechas...
“Pero en la angustía de los tiempos”, otra vez volvemos al discurso paralelo “catastrofista”, tampoco demasiados problemas para el autor o autores de Daniyyel/Daniel, en primer lugar porque aludiendo a la “retroprofecia” la reconstrucción de Jerusalén no se llevó a cabo sin problemas -véase Esdras y Nehemias, por citar meramente fuentes tanajicas o veterotestamentarias-, en segundo lugar porque pasando al “tiempo presente” de la redacción del texto el paralelismo es evidente: eran tiempos angustiosos -guerras exteriores, un monarca helenizante y los elementos tradicionalistas de sus súbditos enfrentados al mismo-. Dicho en otras palabras: nos encontramos nuevamente ante la propaganda política tradicionalista promacabea -en el sentido de “volver” a los valores representados por Judas Macabeo y sus primeros sucesores-, vestida de...”profecía”. En cuanto a “príncipes ungidos” -”ungido” es lo que significa “mashiaj”- lo eran tanto Ciro -si se quería aludir a éste- como Alejandro Janeo -si la alusión va para el segundo-. Y ahora pasamos al segundo plazo, el de las “sesenta y dos semanas”.
Que existe separación entre el plazo “corto” -siete semanas- y el “largo” -sesenta y dos semanas- se confirma en el versículo 26, recordemos que alude a “Y después de las sesenta y dos semanas” desvinculándose por completo del primer plazo de siete, sigamos haciendo cálculos a partir de eso: si desde el 537 a. EC -cuando “salió la orden de volver a construir Jerusalén”- restamos los 434 años correspondientes al segundo plazo de “sesenta y dos semanas” obtenemos el años 103 a. EC que es...el año en que el escasamente querido por el autor o autores del texto Alejandro Janeo accede al trono y es “ungido” -mashiaj- como Sumo Sacerdote y “príncipe”.
He aquí un “mesías” -”ungido”- que no es precisamente amado por parte de su pueblo, que después de ser “ungido” -y ya a posteriori del plazo de sesenta y dos semanas- será “suprimido” -efectivamente, durante un tiempo pierde el trono, como se verá más adelante- y durante ese período “no habrá para él...” gran cosa... al margen de la lucha y el exilio.
A partir de aquí la “retroprofecía” ya empieza a tocar tiempo de su presente -del correspondiente al autor o autores de esa parte del Libro de Daniyyel/Daniel-, la situación se vuelve más resbaladiza dado que la “autoprofecía” en tiempo presente ya es más insegura: se manejan datos “actuales” pero se ignora el resultado final de los mismos.
Lancemos un vistazo a la continuación del versículo 26: “y destruirá la ciudad y el santuario el pueblo de un príncipe que vendrá. Su fin será en un cataclismo y, hasta el final, la guerra y los desastres decretados”. En el “presente” del autor del texto el vaticinio no es demasiado descabellado: los oponentes de Alejandro Janeo habían recurrido ¡a los seleucidas! -el antiguo enemigo- y a Janeo lo había derrotado aplastantemente el monarca seleucida Demetrios III Eucarios en los alrededores de Siquem, huyendo a los montes el vencido príncipe judío y quedando aparentemente expedito el campo para el pueblo de un príncipe que vendrá -que de hecho ya estaba sobre el terreno- y que presumiblemente podía avanzar sobre “la ciudad y el santuario”.
Una observación, a partir de aquí, el texto no es favorable a Janeo pero en este punto el autor o autores del mismo no se muestran demasiado entusiasmados con su debacle a manos seleucidas, justo... la reacción que indica Josefo en sus “Antigüedades de los judíos” -ese cambio de opinión es, precisamente, la que permitirá a Janeo recuperar el trono-.
El versículo 26 se cierra con “Su fin será en un cataclismo y, hasta el final, la guerra y los desastres decretados”, es decir: se habla de una guerra -la que ya estaba en marcha- no en términos excesivamente positivos pero sí lo suficientemente genéricos como para no “quemarse” demasiado.
Tuviese el resultado que tuviese el conflicto no había mucho lugar para el optimismo -menos desde la perspectiva tradicionalista del autor o autores de esa parte del Libro de Daniyyel/Daniel-: si ganaba Janeo malo, si lo hacían los seleucidas peor -además, era perfectamente imaginable la revancha generalizada que éstos tomarían tras tantos años de lo que para ellos era una “rebelión” en una parte de su reino-, en cualquier caso la guerra siempre es un “cataclismo” y trae “desastres” hasta que se acaba, es decir: “hasta el final”.
Ese pasaje es lo suficientemente “oscuro” para no arriesgar demasiado y, por otro lado,...se refugia en el lenguaje “catastrofista” y apocalíptico propio -como ya se ha indicado- de la literatura judía postexilio especialmente utilizado cuando se quiere “amenazar” o “advertir” a un gobernante o dirigente, a parte del pueblo, o al conjunto del mismo.
El último período “profético” de “una semana” alude, de facto, a sucesos contemporáneos o casi al momento de redacción de la “profecía” -como sucede igualmente en el ya comentado versículo 26 desde que indica “Y después de las sesenta y dos semanas”-, entramos pues en el terreno de la “autoprofecia” realizada en tiempo presente o en recientísimo pasado, terreno más resbaladizo para el autor o autores de la misma, dado que si bien conocen lo que está pasando, aquí la fiabilidad respecto a lo que pasará en un futuro inmediato -pese a que hagan sus cálculos políticos- ya es bastante más apurada -como de hecho demostrará la evolución del gobierno de Alejandro Janeo posterior a la profecía de ese fragmento del Libro de Daniyyel/Daniel-. Por eso mismo, también, el lenguaje se “oscurece” más y las referencias son muchísimo menos claras o explícitas en la totalidad del capítulo 9 -no digamos ya en su último versículo- que en el capítulo 8, dónde pasa justo lo contrario: lo que comienza como algo “brumoso” -a partir del carnero y el macho cabrio- al final se “aclara” explicándose la “profecía” puntualmente, es lo que tiene la “retroprofecía”: es con mucho la variante más cómoda de “profecía”.
Pero refiriéndonos a lo aludido en esa “semana” -es decir, en siete años-, se trata de una referencia a... los primeros siete años del reinado de Janeo. Efectivamente, tal monarca concertará “alianzas con muchos” resultando especialmente “firme” o “provechosa” la realizada con Cleopatra III de Egipto -de hecho, le salva el trono en un momento dado... durante esa “semana” de siete años-. Alejandro Janeo, sin embargo, no consigue precisamente la estimación de su pueblo, especialmente de los elementos más tradicionalistas -justo los que habían constituido el “núcleo duro” del apoyo a los Macabeos en tiempos de la primera revuelta de Judas-, lo cual es lógico dado el estilo de vida y las tendencias helenísticas de éste monarca -continuadas, por lo demás, por la posterior dinastía herodiana, ya bajo el dominio de Roma-, así es abucheado delante del altar durante la fiesta de los Tabernáculos, justo cuando había vuelto a Jerusalén tras seis años de campañas militares, el rey no reacciona de manera especialmente comprensiva o diplomática -digamos que lo hace como un déspota oriental- y liquida a 6000 judíos, rodeando después el recinto del altar en el Templo con una empalizada, dicho en otras palabras: hace “cesar el sacrificio y la oblación, y en el ala del Templo estará la abominación de la desolación”, que, casualmente, es lo que se indica en Daniyyel/Daniel 9:27. Cómo colofon a todo esto resulta que Janeo pierde temporalmente el trono después de una derrota ante los Nabateos que provoca otra sublevación, es decir “la ruina decretada” se derrama “sobre el desolador” (Daniyyel/Daniel 9:27) y “después de las sesenta y dos semanas un mesías será suprimido” (Daniyyel/Daniel 9:26).
Evidentemente las acciones de Alejandro Janeo no eran demasiado del agrado del autor o autores del Libro de Daniyyel/Daniel en el fragmento que a él le atañe, aunque... pudo reir el último: “la ruina decretada” duró poco y “el desolador” recobró el trono reinando hasta el 76 a. EC. Es lo que tienen las “autoprofecías” realizadas en tiempo presente...pueden fallar mucho más que las profecías realizadas a tiempo pasado.
Todo lo cual nos situaría la redacción de ese pasaje concreto del Libro de Daniyyel/Daniel en una cronología alrededor del 88-87 a. EC, es decir: posterior a la perdida del trono por Janeo y anterior a su recuperación.
Jorge Romero Gil
Bibliografía
AA.VV., Diccionario de las religiones, vol. I, Espasa Calpe
Alonso, J., Daniel, Biblioteca de Autores Cristianos (BAC), 1971
Biblia de Jerusalén, edición de 1976
AA.VV., Diccionario de las religiones, vol. I, Espasa Calpe
Alonso, J., Daniel, Biblioteca de Autores Cristianos (BAC), 1971
Biblia de Jerusalén, edición de 1976
Delcor, M., Le livre de Daniel, Ed. Gabalda, París, 1971.
Galbiati, G., Il libro di Daniele, Ed. Battista, Roma.
Josefo, Flavio., Las antigüedades de los judíos, Editorial Akal
Renán, E., Historia del pueblo de Israel, Ediciones Orbis.
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