El “provocar” la parusia es la razón última de la existencia del llamado
judaísmo mesiánico. La idea es conseguir que los judíos se conviertan al
cristianismo -digamos que exclamen “Hosannnas al Hijo de David”, obviamente una
vez traspasado- para que se cumpla una condición considerada sine qua nom
para que venga el Señor en carne humana nuevamente, es decir, la historia de la
parusia o Segunda Venida.
La parusía en el cristianismo
católico y protestante
Hay que decir que la parusia es una constante en el cristianismo protestante
pero tiene muchísimo menor énfasis en otros cristianismos, el católico, sin ir
más lejos, y cuando se menciona ese particular es, generalmente, en un contexto
no literalista -aunque no se niegue el acontecimiento en sí- y muy reticente
respecto al deseo de que esta parusia, de forma explícita y literal, se
produzca, un buen ejemplo de esta postura pueden ser las siguientes palabras
del Pontífice Romano, Benedicto XVI, pronunciadas en la Ciudad del Vaticano, en
el año 2008, y en una audiencia general:
“Un último punto que quizás parece un poco difícil para nosotros. San
Pablo en la conclusión de su segunda Carta a los Corintios repite y pone en
boca también a los Corintios una oración nacida en las primeras comunidades
cristianas del área de Palestina: Maranà, thà! que literalmente significa
“Señor nuestro, ¡ven!” (16,22). Era la oración de la primera comunidad
cristiana, y también el último libro del Nuevo testamento, el Apocalipsis, se
cierra con esta oración: “¡Señor, ven!”. ¿Podemos rezar también nosotros así?
Me parece que para nosotros hoy, en nuestra vida, en nuestro mundo, es difícil
rezar sinceramente para que perezca este mundo, para que venga la nueva
Jerusalén, para que venga el juicio último y el juez, Cristo. Creo que si no
nos atrevemos a rezar sinceramente así por muchos motivos, sin embargo de una
forma justa y correcta podemos también decir con los primeros cristianos:
“¡Ven, Señor Jesús!”. Ciertamente, no queremos que venga ahora el fin del
mundo. Pero, por otra parte, queremos que termine este mundo injusto. También
nosotros queremos que el mundo sea profundamente cambiado, que comience la
civilización del amor, que llegue un mundo de justicia y de paz, sin violencia,
sin hambre “.
Esta claro, pues, que para el catolicismo romano eso “Maranà, thà!”
es algo no literal e interpretable no textualmente sino “plasmando su sentido”
en la organización social.
Pero siguiendo con los motivos del mesianismo, éste surge -o se potencia en
su versión más moderna- de la idea de “forzar” la condición -la conversión de
Israel- y así echar una mano al Espíritu Santo, ese es el sentido de la labor
de Martin Chernoff o Moishe Rosen, cada uno en distintas organizaciones, y por
ese motivo cultos fundamentalistas estadounidenses dedican esfuerzos y fondos a
la concreta labor de “misionar entre los judíos”. Siguiendo con la idea mostrar
los contextos en sus textos se puede citar ahora el fragmento de un sermón
cristiano fundamentalista al respecto, en concreto baptista, pronunciado por el
pastor R. L. Hymers, en el “Tabernáculo Bautista de Los Ángeles”, en noviembre
del 2010, es, por tanto, bastante reciente:
“Dios ha bendecido en gran manera a los judíos en los últimos años. En
1948 la Nación de Israel fue establecida. Los judíos que fueron dispersos y
perseguidos por todo el mundo por dos mil años empezaron a regresar a su tierra
natal. Israel está rodeado de países Musulmanes que están en contra de los judíos.
Pero Dios ha protegido a Israel – milagrosamente. ¡Esta es una “señal” de la
Segunda Venida de Jesucristo!
Además, Dios ha movido los corazones de muchos judíos. ¡En los últimos
treinta y cinco años más de ellos han venido a Jesús que en los mil novecientos
años anteriores combinados!
Me senté en el piso con un grupo de jóvenes en Corte Madera, California
en 1973, cuando Moishe Rosen oficialmente empezó “Judíos para Jesús”. Estuve
orgulloso de llamarlo mi amigo. Él ofició nuestro matrimonio. Mi familia y yo
fuimos a verlo a su casa, nos dimos regalos, y almorzamos juntos en el verano
del 2009. Ileana y yo fuimos a San Francisco a su funeral a mediados de este
año. Moishe Rosen fue un gran evangelista. Se estima que, directa o
indirectamente, él fue el instrumento humano responsable de más conversiones
Judías a Jesús que cualquier otro hombre desde los días de los Apóstoles.
Seguro que esto es una “señal” de la Segunda Venida. Pocos comentadores
modernos dicen que nuestro texto se refiere proféticamente a la conversión de
los Judíos. ¡Sin embargo, extrañamente, el Dr. John Gill (1697-1771) lo vio
claramente en el siglo 18! Él dijo: “…la profecía parece referirse a la
conversión de ellos [los Judíos] en los últimos días” (traducción de John Gill,
D.D., An Exposition of the Old Testament, The Baptist Standard Bearer,
reimpresa en 1989, tomo 5, p. 573; nota sobre Jeremías 31:18). De nuevo, el Dr.
Gill dijo: “De tal manera los Judíos se convertirán en los últimos días”
(ibíd., p. 574). Jesús Mismo predicó la dispersión de los Judíos, y su regreso
a Jerusalén al final de esta era” (…)
“Pero no debemos dejar el texto como una interesante profecía de la
venidera redención de Israel. En su ensayo [en Inglés], “La Exposición Debe
Tener Aplicación”, “Exposition Must Have Application,” El Dr. Tozer dijo: “No
hay nada más aburrido y sin sentido como la doctrina Bíblica enseñada porque
sí” (traducción de A. W. Tozer, D.D., “Exposition Must Have Application,” en
The Best of A. W. Tozer, compilado por Warren W. Wiersbe, Baker Book House,
1979, p. 140). Por lo tanto debemos aplicar el texto a aquellos entre nosotros
que todavía no están convertidos.”
Si en el caso católico resulta clara la renuencia a considerar la parusia
como algo literal y, aún más, a desearla -explicitamente Benedicto XVI decía
ante la audiencia general “ para nosotros hoy, en nuestra vida, en
nuestro mundo, es difícil rezar sinceramente para que perezca este mundo”
y “no queremos que venga ahora el fin del mundo”-, todo lo contrario
sucede, como acabamos de ver, en determinado protestantismo, esta claro que no
solo se desea ese acontecimiento sino que se trabaja para “acelerarlo”: “Moishe
Rosen fue un gran evangelista. Se estima que, directa o indirectamente, él fue
el instrumento humano responsable de más conversiones Judías a Jesús que
cualquier otro hombre desde los días de los Apóstoles” (…) “Seguro que
esto es una “señal” de la Segunda Venida” (…) “ debemos
aplicar el texto a aquellos entre nosotros que todavía no están convertidos”.
Curiosa, muy curiosa idea, por lo demás, esa de que el ser humano sea capaz
de “forzar” la voluntad divina y provocar algo de tal dimensión como el
Apocalipsis.
El caso es que ese -y no otro- es el “leitmotiv” del “misionar entre los
judíos” y a esa labor se aplicaron figuras como Moishe Rosen o Martin Chernoff.
Origen y formación del judaísmo
mesiánico
Los primeros intentos de presentar formas judías dentro de la Alianza
Cristiano Hebrea de América se saldaron con un rotundo fracaso. En 1917 una
propuesta de Mark Levy para guardar las festividades y costumbres judías fue
totalmente desestimada, incluso se le consideró, literalmente, una propuesta de
“propaganda judaizante” -dicho eso en sentido despectivo-. Así que esa
estrategia tuvo que esperar, siendo el desencadenante del desarrollo de la
misma la aparición en escena de la figura de Martin Chernoff, que llegaría a
ser presidente de la Alianza Cristiano Hebrea de América entre los años 1971 y
1975.
El giro de Chernoff en esta dirección fue gradual, y comenzó a mediados de
los años cincuenta con la decisión, entonces muy polémica, de iniciar una beca
para un hogar de los creyentes judíos, como su esposa Yohanna refiere:
“Así que llevamos a cabo reuniones semanales en nuestro hogar con los
creyentes judíos principalmente. En estas reuniones se atendía a sus
necesidades personales, les enseñaba la Biblia, los condujo en la oración, y
les animó a mostrar el amor a sus familiares no creyentes. Estos informales,
pequeños grupos pronto tomó un sabor distintivamente judío” (Chernoff,
Yohanna (1996) “Nacido judío muerto judío. La historia de Martin Chernoff”,
Maryland. Publicaciones Ebed P.80)
En los siguientes años esta evolución fue progresando, dando lugar, a
principios de 1970, al concepto de sinagoga mesiánica que empezó a tomar forma.
Así los servicios religiosos de los domingos y martes por la noche fueron
abandonados y transformados en “los servicios del Sabbat”. Se potenció un
“liderazgo musical” presentando la llamada “música judía mesiánica”, que empezó
a abundar. Los jóvenes judíos iban llegando más facilmente a la creencia de
Jesús como Mesías, con la apariencia del deseo cumplido de mantenerse
formalmente como comunidad judía, comunidad en la que podían adorar a Jesús. De
esa manera esas “sinagogas” empezaron a aparecer por todas partes.
Pero veamos como define el mesianismo y la “visión mesiánica” David
Chernoff, hijo y continuador de la labor de Martin Chernoff, el siguiente
fragmento es de una entrevista que se realizó en la primavera de 2002 para la
revista “Espíritu del Mesías”:
“Veo cuatro elementos clave para comprender la visión del judaísmo
mesiánico, significamos:
- El avivamiento del movimiento del judaísmo mesiánico es un despertar
del tiempo del fin espiritual del pueblo elegido de Dios. Somos los primeros
frutos de la salvación de Israel, la restauración espiritual de Israel, en
paralelo a la restauración física de Israel.
- Cumplimiento de la profecía – Si bien todos los despertares
espirituales son de origen divino, el renacimiento espiritual de Pueblo
Escogido de Dios es un cumplimiento directo de la profecía. “Para muchos días
estarán los hijos de Israel sin rey, sin príncipe, sin sacrificio, sin estatua,
sin efod y sin terafines. Después volverán los hijos de Israel, y buscarán al
Señor su Dios y a David su rey; y también temerán al Señor y a su bondad en el
fin de los días “(Oseas 3:4-5). ¡Qué fuerza y ánimo que nos debe dar ser como
mano de obra en los campos de la cosecha! ¡Somos un cumplimiento de la profecía!
- Un producto de la Ruaj HaKodesh (Espíritu Santo) – Este movimiento
nació de un gran despertar espiritual en los años 60 y principios de los 70. No
fue diseñado, inspirado o formado por cualquier persona, sino por el Espíritu
Santo. Nadie puede tomar para sí el crédito de este movimiento. No hay
arquitectos ni superestrellas, sólo Yeshúa [Jesús] y Ruach Adonai. Tenemos que
asegurarnos de que estamos caminando en el Espíritu y ser guiados por Él todos
los días.
- Llamamiento para mantener el Pacto. Otra característica muy clara de
este movimiento es el llamamiento que tenemos de Dios para mantener el Pacto de
Abraham que nos estableció como una nación y como pueblo. Tenemos que seguir
siendo judíos. No debemos asimilarnos. Debemos ser una luz distinta en nuestra
gente para que vean que creyendo en Yeshua se es judío.
“Un judío no se convierta en menos de un judío mediante la aceptación de
Yeshua, pero aun más… En esencia, se convierte en un judío completo o
terminado, Yeshua no vino a iniciar una nueva religión, sino para cumplir con
nuestra fe judía Él dijo:” No penséis que he venido para abrogar la ley o los
profetas, no he venido para abrogar, sino para cumplir “(Mt. 5:17). ¿Cómo
podría yo, como judío convertido, ser menos judío al aceptar el Mesías de Israel?”
David Chernoff pasa a advertir que, en su esfuerzo por mantener su
identidad judía, los mesiánicos debe tener cuidado de no “seguir a los rabinos
(Talmud)”, o de “errar en el lado de la iglesia cristiana”, y creo que es
nuestro principal trabajo “construir puentes, para volver a la iglesia a sus
raíces judías o para reconciliarla con ellas”.” El trabajo principal de los
Mesiánicos es llevar el evangelio de salvación a los judíos de todo el mundo y
dentro de la nación israelí.”
Se diría que vuelven a quedar claros objetivos y finalidades, de paso algún
comentario, cuando David Chernoff se pregunta “¿Cómo podría yo, como judío
convertido, ser menos judío al aceptar el Mesías de Israel?”, se le puede
responder: aceptando a Jesús como Mesías y afirmando que es Dios. Tal persona
dejaría de ser judío exactamente por el mismo motivo que un cristiano dejaría
de ser cristiano pronunciando sinceramente lo que sigue: “No hay más Dios que
Allah y Mahoma es su Profeta”. Quién afirmase eso no sería un “cristiano
mahometano” sería un musulmán.
Martin “Moishe” Rosen (nacido el 12 abril 1932 y fallecido el 19 mayo 2010)
es otra figura determinante dentro de esa estrategia de “conversión de los
judíos”. La principal diferencia con Martin Chernoff es que Rosen no deja las
formas cristianas sino que se centra en una “evangelización” típica, que
mantiene las formulaciones cristianas, aunque con la especificidad de dirigirse
a los judíos. Para ello fundó la organización “Judíos para Jesús”-creada en San
Francisco en 1973-, de la que fue Director Ejecutivo, que es una organización
misionera que se centra específicamente en la evangelización del pueblo judío.
Rosen y su esposa se convirtieron al cristianismo evangélico en 1953.
Después de graduarse en el Northeastern Bible College, Rosen se comprometió a
ser un misionero entre los judíos. Fue ordenado pastor en 1957, dentro de la
Iglesia Conservadora Bautista. Y dirigió congregaciones cristiano-hebreas,
trabajando durante 17 años para la Junta Americana de Misiones a los Judíos
(ABMJ), con el objetivo declarado de atraer conversos. A partir de 1970, fundó
Ministerios Hineni que después se convertiría en Judíos para Jesús. En 1973
abandonó sus cargos en la ABMJ para dedicarse por completo a la organización
“Judíos para Jesús”. En 1986, recibió un “honoris causa” como Doctor en
Divinidad del Seminario Bautista Conservador Western de Portland (Oregón) y, en
1997, la Asociación Bautista Conservadora lo nombró “Héroe de la Fe”.
Tenemos, pues, una trayectoria completamente cristiana, abocada al
misionerismo entre los judíos pero manteniendo las formas cristianas, esa es,
probablemente, la principal diferencia entre Martin Chernoff y Martin Moishe
Rosen, al margen de eso coinciden en su mensaje de que es posible ser judío y
aceptar a Jesús como el Mesías de forma simultánea. En todo caso sus
finalidades eran idénticas, siendo, en última instancia, la provocación de la
parusia el motor de su acción.
Evolución del judaísmo mesiánico
Pero lo que sucedió tras estos inicios claramente estadounidenses del
movimiento es otro fenómeno -diría que sociológicamente interesante-, y es que
si el éxito misionero entre los judíos fue tirando a escaso -incluso se diría
que bastante desastroso en relación a su objetivo de lograr la conversión
masiva de Israel al cristianismo- fue mayor entre los gentiles y, me atrevería
a decir, que tiene una expansión a buen ritmo en Latinoamérica, expansión que
enlaza el éxito misionero del mesianismo con el éxito misionero del
fundamentalismo cristiano de origen estadounidense -que ya se había alcanzado a
costa del tradicional catolicismo romano de la región-. Eso ha llevado a una
curiosa paradoja, a que no se tiene exactamente a unos judíos que conservando
sus formas tradicionales -o algunas de ellas- se han convertido al
cristianismo, sino a unos cristianos gentiles que han judeizado formalmente -en
lo externo, en la forma- su culto cristiano y, de paso, lo confunden con
judaísmo -cuando eso, por contenido doctrinal, carece de sentido-.
Esto último parece que dificilmente vaya a acelerar la parusia -a fin de
cuentas los judíos siguen siendo mayoritariamente tales-, al margen de lo cual
resulta un fenómeno que no es el previsto por la estrategia misionera en
cuestión, dado que este resultado es imprevisto y se escapa a los objetivos
iniciales es de difícil previsión donde irá a parar y de que objetivos se
dotará -porque ha de buscar otros diferentes a “la conversión del pueblo de
Israel”, en tanto en cuanto los convertidos ni forman ni han formado parte de
ese pueblo-.
Así, en esta parte del fenómeno, lo que tenemos son grupos sociales que
adoptan formas que ellos creen que son propias de los judíos -algunas lo son
pero otras no, siendo o puramente folclóricas y descontextualizadas (por
ejemplo, pasearse con mantos de oración) o directamente inventadas-,
expresiones y un lenguaje cotidiano que creen “judío” -salpicando su propio
idioma con palabras judías aquí y allá, no para expresarse mejor sino para
“hebraizar”- y costumbres que consideran judías -como sucede con las formas
algunas lo son y otras no-.
Se diría que este aspecto externo prima como mínimo tanto -sino llega a
pesar más- como los contenidos doctrinales del movimiento, que en eso son
herederos de su matriz cristiana estadounidense, aunque difieren en un hecho fundamental,
el sentido del movimiento estadounidense era convencer a judíos de hacerse
cristianos manteniendo lo que podríamos denominar ciertas costumbres y formas
culturalmente propias, aquí, sin embargo, eso no esta presente, tenemos
claramente no solo un proceso de conversión religiosa sino uno de aculturación
galopante, en pro, además, no de otra cultura sino de algo más absurdo: la
imagen irreal y fabricada que es atribuye falsamente a otra cultura. Porque el
conjunto es falso -al margen de que ciertas piezas puedan corresponder,
aisladamente, a un contexto judío-.
La resultante ofrece cosas muy paradójicas, como el sincero convencimiento
-aunque totalmente falso e infundado- de la mayoría de miembros de esas
comunidades de “ser judíos”, ello lleva a veces a otros procesos curiosos, como
el “rastreo” de orígenes judíos entre los ancestros, sea a nivel puramente
personal o a nivel más general, llegando a buscar “orígenes judíos” en
ciudades, regiones o naciones enteras.
Sociológicamente eso muestra una crisis de identidad, que adopta la peculiar
versión de personas que negando ser lo que son quieren pasar a ser judíos.
Identidad, esta última, que copian tanto como mitifican.
Da la impresión que se producen dos comportamientos diferentes dentro del
fenómeno. Por una parte lo que sigue más ligado al organigrama estadounidense
se centra en “misionar” en los Estados Unidos, Israel y menos en Latinoamérica –excepto
en aquellos países con presencia de comunidades judías de cierta entidad, donde
vuelve a aparecer la acción de “Judíos para Jesús” de forma destacada-,
siguiendo la estrategia fundacional de “convertir a Israel” y, por extensión, a
las comunidades judías en la diáspora.
Por otra parte esta el fenómeno “autóctono” de la expansión mesiánica en
comunidades gentiles, acompañado de la idea no de “mantenerse judíos” sino de
“convertirse en judíos”, fenómeno que no es exclusivo de Latinoamérica pero que
allí se da con fuerza.
Los objetivos misioneros cambian en un caso y en otro. En el primero esta claro
-por extraño que pueda ser- y se trata de “echar una mano al Espíritu Santo”
para acelerar el “Apocalipsis” y provocar la “Segunda Venida” del “Señor
Jesús”. Ahora bien ¿cual es el objetivo para el segundo caso? Se puede apuntar
uno clásico del cristianismo, la cuestión de la universalidad del mensaje de
Jesús, pero, en ese caso ¿por qué ese cristianismo de formas supuestamente
judías? Se diría que no hay un “objetivo estratégico” en este supuesto y más
uno “táctico”, a partir de pastores locales que ven en el mesianismo una
oportunidad de prosperar más que con las formas cristianas tradicionales.
Jorge Romero Gil
Bibliografía
Benedicto XVI: catequesis realizada en audiencia general, Ciudad del Vaticano,
2008
Cohn-Sherbok, D.: Messianic Judaism, Londres, 2000
Chernoff, David: entrevista en “Espíritu
del Mesías”, primavera de 2002
Chernoff, Yohanna: Nacido judío muerto judío. La historia de Martin
Chernoff, Publicaciones Ebed, Maryland, 1966
Hymers, R. L.: sermón pronunciado en el Tabernáculo Bautista de Los Ángeles,
noviembre de 2010
Liscano, Juan: Apocalipsis, Anticristo y Parusia, Editorial Alfa, 1997
Rosen, Martin Moishe: Witnessing
to Jews, 1998