Tras la desintegración de la Pequeña Entente tras el Pacto
de Munich de 1938 -entre otras cosas por la desintegración de Checoslovaquia
con la absurda aquiescencia de Francia, menos comprensible que la británica- y
el resultante acercamiento gradual de Yugoslavia y sobre todo Rumania a la
orbita alemana a Francia solo le queda en su política continental la carta
polaca, aunque también baraja la idea de la soviética -cosa que en el fondo era
incompatible con el "naipe" polaco, pese a conversaciones a inicios
de 1939 entre la Unión Soviética, Gran Bretaña, Francia, Polonia y Rumania-.
Polonia pasaba por tener una entidad militar respetable -como le sucedía a
Italia-, especialmente por el espejismo de la guerra ruso polaca de 1919-1920,
en la que el ejército polaco había destrozado en los alrededores de Varsovia a
las incipientes fuerzas soviéticas y, después, en una contraofensiva pasó holgadamente
la línea Curzon anexionándose una ingente cantidad de territorio al este de la
misma.
Francia, pues, se apoya en Polonia en la creencia de que
este país representaba cuando menos una potencia regional importante, cosa del
todo alejada de la realidad cuando menos en ese periodo -finales de los años
treinta-, con independencia de lo que pudiera ser a inicios de los años veinte.
La propia Polonia creía ser tal potencia y su muy desfasado ejército pensaba
incluso que en caso de conflicto podría llegar a Berlín. En esa tesitura ni
Polonia se iba a dejar intimidar por las reclamaciones alemanas sobre el
pasillo de Danzing ni Francia ni Gran Bretaña -especialmente la primera, Gran
Bretaña suscribe la alianza formal con Polonia un día antes de las primeras
escaramuzas alemanas- podían permitirse el lujo de abandonar en esta ocasión a
ese aliado que, por lo demás, pasaba sobre el papel como capaz, cuando menos,
de estabilizar una línea de frente en caso de conflicto con los alemanes -a
diferencia de lo que se presuponía a Checoslovaquia-, además se ignoraba el
contenido secreto del pacto Ribbentrop-Mólotov (23 de agosto de 1939) que
condenaba por completo a Polonia -cualquier mínima posibilidad de resistencia
se desharía con la entrada de las tropas rusas por la frontera oriental polaca,
como así sucedió-.
Por eso cuando Hitler ataca a Polonia bajo el falso pretexto
del incidente de la emisora de radio de Gleiwitz (31 de agosto) lo que se
produce es un automatismo similar al del mecanismo de las alianzas de 1914,
Gran Bretaña y Francia declaran inmediatamente la guerra (el 3 de septiembre).
Cuando los alemanes derrotan a los polacos a principios de octubre toda la
rueda de la guerra -pese a la situación de "drôle
de guerre" en la frontera occidental- ya giraba inexorablemente, era
del todo imposible que Gran Bretaña y Francia hiciesen otra cosa que continuar
el conflicto, pese a la sorpresa de la rápida derrota de Polonia -a la que
también contribuye la invasión soviética del 17 de septiembre, por la que
Stalin ocupa casi sin disparar (en parte por las ordenes del Estado Mayor
polaco de retirarse y no enfrentarse a los soviéticos) todos los territorios
polacos al este de la línea Curzon... siguiendo los acuerdos Mólotv-Ribbentrop-
y pese a la no menos desagradable sorpresa de la invasión soviética, ante la
que se optó -pese a las urgencias de las embajadas polacas ante Londres y Paris-
por la "callada por respuesta", obviamente con la guerra ya en marcha
contra Alemania era suicida extender la declaración de guerra a Moscú
-estratégicamente era impensable-.
En definitiva, los engranajes estratégicos hacían imposible
que Francia y Gran Bretaña no entrasen en guerra con Alemania si ésta atacaba
Polonia, aún más cuando se ignoraba la parte secreta de los acuerdos
germano-soviéticos de agosto de 1939. Una vez producidas las declaraciones de
guerra no se podía hacer otra cosa que seguir en ella, a nivel más táctico que
estratégico fue un suicidio para la Francia de la III República no afrontar
seriamente durante el mes de septiembre de 1939 una ofensiva real a partir del
Sarre e intentar explotarla a fondo, la ilusión de la Línea Maginot -defensa
absurdamente incompleta en la frontera belga y luxemburguesa- se desmoronaría
en junio de 1940.
Se dice con razón que el ejército francés no estaba
concebido ni preparado para una guerra móvil, sin embargo cabe preguntarse que
hubiera sucedido de avanzar seriamente hacia el interior de Alemania, por un
par de razones, la primera es que el ejército peor preparado del mundo tiene
toda la ventaja a la hora de enfrentarse a… nadie, pues “ninguna” era el número
real de tropas alemanas en la frontera occidental en septiembre de 1939; la
segunda es que el ejército francés, aún concebido como un ejército “estático”,
tenía armamento moderno y de buena calidad en relación a su época.
Sin ir más lejos los blindados franceses mostraban algunos
modelos mejores que los alemanes, el Char B1 y a pesar de todas las cuestiones
de diseño se enfrentó con éxito a sus oponentes alemanes en 1940, cosa que
incluso registra Guderian en sus memorias. El problema básico del arma blindada
francesa no era su calidad técnica sino su concepción táctica, como elemento de
apoyo a la infantería. Aun así, cabe repetir que unas fuerzas de infantería
dotadas de armamento moderno, apoyadas por blindados modernos, y enfrentadas a
un enemigo que fuera de lo testimonial no se encontraba presente en ese teatro
de operaciones, hubieran podido explotar la situación. La oportunidad
desapareció ya en octubre de 1939.
La ofensiva del Sarre se concibe y se ejecuta como algo
testimonial, se realiza bajo la orden del general Maurice-Gustave Gamelin, comandante
en jefe francés, que hace avanzar algunas tropas sobre territorio alemán a
partir del 6 de septiembre. Su comportamiento es extremadamente prudente y casi
parece responder a la consigna de no llegar a entablar combate.
Se ocupan las pequeñas poblaciones alemanas de Gersheim,
Medelsheim, Ihn, Niedergailbach, Bliesmengen, Ludweiler, Brenschelbach,
Lauterbach, Niedaltdorf, Kleinblittersdorf, Auersmachery Hitlersdorf. El
avance francés finaliza el 12 de septiembre. Con lo cual la
"Ofensiva del Sarre" finaliza también, se utiliza un total de 11
divisiones francesas en un frente de 32 kilómetros de largo, y una profundidad
de 8 kilómetros. Su balance territorial es la captura de dos docenas de pueblos
alemanes, sin ningún valor estratégico, y que con anterioridad al avance
francés ya habían sido evacuados por los alemanes, y en su abandono formaban
una extraña y minimalista "tierra de nadie".
En realidad eso fue un anuncio de la rarísima situación que
se daría en el frente occidental entre 1939 y mayo de 1940, no resulta
sorprendente la proliferación de calificativos alusivos a esa circunstancia en
ese período, posiblemente la más conocida sea la expresión "drôle de guerre" pero no fue la única, ni los franceses
los únicos que la utilizaron. Los ingleses llamaron a eso "phoney war" o
“guerra falsa” –una variante utilizada por Churchill fue "twilight war" que quiere decir “guerra crepuscular”- y
los alemanes bautizaron a esa etapa como
"sitzkrieg", lo que
significa "guerra de sentados".
Recapitulando, no parece posible que Hitler ignorase que
atacar a Polonia era comenzar una guerra con Francia e Inglaterra, y si tenía
alguna esperanza de que éste último país no se sumase a ese conflicto debieron
haberse desvanecido el 25 de agosto de 1939, pese a lo cual atacó a Polonia el
1 de septiembre.
Jorge Romero Gil
Bibliografía
De Gaulle, Charles: Memorias
de Guerra
Gilbert, Martin: La Segunda Guerra Mundial: 1939-1945, 2 Vols., Ed. La esfera de los Libros
Guderian, Heinz: Recuerdos de un soldado
Von Manstein, Eric: Victorias
frustradas
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